Las
protestas de Angelito y el gato encerrado
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto - Ojo atento, que puede haber gato encerrado. La ultimilla
en el semanario capitalino Tribuna de La Habana es el dato misterioso de que su
director, el autodefinido "oficialista" Angel Rodríguez
Alvarez, ha comenzado a denunciar las supuestas injusticias creadas por la
dualidad monetaria vigente en la isla.
Cualquiera diría que Angelito, como le llaman en los medios periodísticos
oficiosos, ha hecho una paulatina toma de conciencia que pudiera llevarle a las
filas del periodismo independiente cubano.
Rodríguez ha dedicado dos de sus más recientes columnas
semanales a denunciar el harto sabido hecho de que si el ciudadano no tiene dólares
en la billetera se fastidia. Puro fiambre, refrito refritado de innumerables
ejercicios del periodismo independiente cubano, al que el director de Tribuna de
La Habana se ha cansado de acusar de esto, aquello y lo de más allá.
Por supuesto, ni una palabra para admitir que los reporteros libres de Cuba le
llevan la delantera desde años atrás, o que las denuncias
apuntadas ya constituyen humor gastado en la célebre Esquina de
Mariconchi.
Ojo atento, que puede haber gato encerrado. Rodríguez es considerado
como uno de los periodistas oficiosos más cercanos al fundamentalismo
criollo, su pluma suele estar al servicio de los mayores dogmáticos del
gobierno de Fidel Castro, su estilo literario adjetiva a los adversarios en un
verdadero festival de cacofonías, todas muy legítimas razones para
elevar la ceja de la duda al leer sus protestas de abuelo sin dólares
para contentar al nieto, o la historia de sombrillas playeras alquilables en
billetes del Tío Sam, y de abierta preferencia para el extranjero
abonante, no para el cubano dueño de arenas y aguas.
Uno de los mitos sociológicos de la Cuba de Fidel Castro es el de que
la dolarización trajo injusticias. Todo lo contrario, significó un
extraordinario paso de avance desde el punto de vista de los derechos económicos
y sociales. No por gusto el pueblo le ganó en las calles y campos de
Cuba, cual conquista arrebatada al poder. La dolarización fue y es el
camino posible por medio del cual la ciudadanía limitó el
monopolio gubernamental sobre la moneda, así como intervino de manera
espontánea en las relaciones entre consumo y acumulación. Su carácter
progresista, en las muy especiales condiciones isleñas, es un hecho
comprobado por la vida. Gracias a la dolarización el pueblo escapó
de ese infierno gris llamado "opción cero" y pudo participar de
algún modo en los procesos globalizadores. Basta de mitos: las supuestas
injusticias derivadas de la dolarización proceden de otras causas, entre
las cuales ocupan primerísimos lugares la renuencia gubernamental a
unificar los tipos de cambio oficial y extraoficial, y el no abordaje en
profundidad de un hecho muy concreto, cuyo nombre mondo y lirondo es inflación.
Hecho triste, lamentable, la caída de algunos sectores de la
disidencia en la trampa significada por acentuar las supuestas injusticias de la
dolarización, sin profundizar en sus lados progresistas ni emprender el
análisis del impacto sociológico que ha tenido, lo que ha traído
como consecuencia desviar la atención del verdadero problema. De este
modo, lo alternativo de Cuba se ha servido en bandeja como cómplice de
una sutil manipulación de la conciencia social en materia de Economía,
que ya pudiera estar en marcha.
Sabido es: el gobierno de Fidel Castro tiene a la dolarización en la
mirilla, ante todo, porque percibe en la misma lo que es, el más efectivo
instrumento económico en manos del común ciudadano, para al menos
frenar la comisión de algunas muy reales injusticias, identificables
hasta como violaciones gubernamentales de la Constitución de la República.
Llama la atención esta rara coincidencia entre gobierno y disidentes,
ahora más o menos "oficializada" con este Angelito que protesta
por los efectos de la dolarización. A primera vista, pudiera pensarse en
ese reconocimiento como espacio ganado por lo alternativo de Cuba. Pero también
pudiera ser el segundo escalón de la abismal trampa en que ha caído
la disidencia, y en la que el inefable Angelito pudiera estar interpretando al
personaje de turno. Ojo atento, muy atento, que puede haber gato encerrado.
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