La
canastilla es cuestión de suerte en Cuba
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, agosto - Mientras se acaricia el abultado vientre, Grisel me
responde: "¡La canastilla... es cuestión de suerte en Cuba!"
La joven añade: "Si cuando te toca comprar surtieron la tienda,
es posible que obtengas lo imprescindible. Pero, si no, te pasa lo que a mí:
que casi todo lo tuve que comprar en la bolsa negra".
La canastilla, la ropa y demás artículos que necesitan los bebés,
en Cuba es también parte de la llamada libreta de racionamiento que de
tan normados que están por el Estado casi nunca hay nada qué
comprar.
Las embarazadas adquieren la canastilla, en caso de tener el dinero
suficiente, a sobre precio en el mercado ilegal.
"Entre los cinco y seis meses de embarazo te conceden el derecho a
comprar la ropita en la tienda que te corresponde de acuerdo al lugar de
residencia, te guste o no", explica Grisel, de 20 años de edad, que
espera su primer hijo.
Grisel agregó que pudo comprar el día que le correspondía
algunos artículos de la canastilla. "Tres pomos plásticos sin
teteras, porque no había, cuatro jabones de baño, un babero de
tela, un frasco de crema, otro de aceite mineral, cuatro de colonia y un juego
de capotico doble, eso fue todo", reveló, al tiempo que hizo un
gesto de molestia.
Las embarazadas cubanas también pueden comprar la tela para
confeccionar los pañales de sus hijos. A este producto le llaman tela
antiséptica. Pero tienen que adquirirlo en la bolsa negra a razón
de 25 pesos (más de un dólar) el metro porque el Estado no lo
vende hasta después del nacimiento del niño. De igual manera se
compran las sábanas, las fundas y cierta tela de gasa usada también
para culeros.
Hace varios días, en el periódico Trabajadores publicaron la
información sobre el módulo de canastilla que por primera vez
confeccionó el Ministerio de la Industria Ligera. El mismo está
compuesto por toallas, culeros y tela antiséptica, envueltos en un sobre
de nylon.
El rotativo aseguró que este módulo podría ser comprado
por las embarazadas de la capital cubana y otros lugares del país en el
mes de julio de este año.
"Cuando las mujeres en estado de gestación acudimos a nuestras
respectivas tiendas para comprar el tan anunciado módulo de canastilla,
en ninguno de esos comercios sabían nada del asunto. Al parecer los únicos
que sabían la noticia éramos nosotras y el periódico
Trabajadores", se quejó Grisel.
Funcionarios de la Empresa de Comercio de Ciudad de La Habana dijeron que la
venta del módulo no se pudo iniciar porque hay atrasos en la producción
y entrega de la tela antiséptica.
"¿A quién creer?", dijo la fuente.
De acuerdo a lo normado, la tela antiséptica es vendida a razón
de diez metros por niño recién nacido. Al nuevo compatriota el
Estado le asigna además dos pares de medias, que la mamá del pequeño
debe comprar a las 32 semanas de embarazo.
Respecto a la cuna y al colchón, que años atrás eran
parte de la cuota de la canastilla, ahora se expenden en cualquier momento y
lugar. El problema es saber dónde y cuándo.
Muchas madres, por sus pobres recursos económicos, tienen que
conseguir los artículos necesarios para sus hijos de las canastillas de
otras mujeres. Ya sea porque se los regalan o porque se los venden a precios módicos,
ya que se trata generalmente de objetos usados o en mal estado.
Una minoría, que dispone de dólares ya sea porque se lo mandan
sus familiares principalmente de Estados Unidos o porque los "inventan"
por acá, compran en las "shoppings" todo lo necesario para el
pequeño. En los comercios dolarizados no falta ninguno, absolutamente
ninguno de los artículos que componen la llamada canastilla.
Desgraciadamente, ese ajuar hermoso y tierno que es la canastilla, tampoco
escapa en Cuba de la segregación ocasionada por el dólar en
nuestra sociedad.
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