En la
carretera
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, agosto - Quizás muchos piensen que los meses de verano
sean apropiados para hacer realidad las vacaciones. Esas personas ahijadas del
bienestar seguro que no están censadas en la OFICODA (oficina donde se
registran los consumidores cubanos para recibir la libreta de racionamiento), es
decir, no viven en Cuba.
Si viviera en Cuba podría usted afirmar conmigo lo último si
se decidiera a emprender un viaje de vacaciones "por cuenta propia"
por la isla. Primero, usted sabrá que el viaje lo hará a casa de
algún familiar o de alguna amistad, porque las instalaciones hoteleras no
admiten huéspedes nacionales.
Aún antes de salir de viaje, usted deberá invertir varias
semanas-hora y dar muchos viajes de su casa a la agencia de venta de boletos de
ómnibus y trenes con el fin de adquirir uno para el ómnibus o el
tren que lo conduzca a su destino. Procedimiento que obliga a asistir varias
veces al día a "marcar la lista" de la cola que se organiza
algunas semanas con antelación a la fecha de venta de los pasajes para el
día que usted proyectó partir.
Si no recurre al mencionado procedimiento, no tendrá otra opción
que la de salir a la carretera a ver en qué se puede viajar.
En los meses de julio y agosto las carreteras de Cuba se llenan notablemente
de gentes. Sobre todo las encrucijadas sirven un poco de puente de concentración
de viajeros en distintas direcciones. En estos dos meses en las carreteras
cubanas hay más viajeros potenciales que vehículos en movimiento.
Así sucede en la autopista nacional, una cinta de asfalto que se
extiende desde la capital hacia el este y al oeste, comúnmente denominada
"las ocho vías", que se ha convertido en sitio multipropósito
para cualquiera que necesite transitarla.
Si Jack Kerouac resucitara podría reescribir On the road, e incluso
las experiencias a narrar serían más sorprendentes ya que la "aventura"
de un viaje "por la libre" posee una dimensión en la cual
intervienen elementos tales como la suerte, el azar, el clima, el dinero, el
sexo, las condiciones físicas personales, la compraventa y hasta el
paisaje.
La suerte, porque si sale con el pie izquierdo no legará ni a la
esquina de su casa. Nadie lo recogerá para transportarlo ni por cinco
metros.
El azar, propiciado "por-quien-sabe-quien", opera de la mano de un
tipo llamado Imprevisto que lo mismo puede tardar un minuto que un montón
de horas en aparecer.
El clima es factor fundamental, pues en esta latitud julio y agosto son
meses de lluvias.
Sin embargo, hasta ahora no hemos hablado de palabras mayores: el dinero, el
guaniquiqui, el money, cuenta para todo, y no es que repudiemos los goces del
espíritu (¿para dónde va buen hermano?), pero si no tienes un
centavo ni te asomes a la puerta de tu casa para salir de viaje.
El sexo interviene muchas veces empujado por la suerte y el azar. Porque
bien conozco un caso en que el encuentro en la autopista continuó en
relación y terminó en matrimonio con un yuma, o sea un
norteamericano. Para sólo mencionar el mejor de los casos.
También un factor importante son las condiciones físicas
personales. Si usted padece de mala salud, no se arriesgue. El viaje puede
costarle una enfermedad. En caso que usted sea de los que no gozan de
resistencia física probada en ejercicios sostenidos de desgaste, ni vaya.
Si su cuerpo no posee atractivos suficientes para que el conductor de un vehículo
que ruede a cien kilómetros por hora lo detenga y, además, sufre
la desprotección de la Diosa de la Fortuna, no pierda su tiempo.
Mas si cuenta con dinero, buena suerte, tiempo libre y un cuerpo agradable a
las pupilas ajenas, láncese sin más, usted llegará.
En otro orden de cosas (como dicen por el noticiero nacional de televisión),
tendrá oportunidad de comprar cebollas, ajos, aguacates, mameyes, anones,
mangos, queso, guayaba en barra, frijoles... ¡todo a buen precio!
Disfrutará un descanso en cualquiera de los ranchones que a lo largo
de la autopista ofrecen servicios de restauración y, si salió sin
agenda fija y el "tropezón" indica al deseo que se despierte,
aproveche, existen dos o tres moteles prestos a alojarlo sólo en el
primer tramo hacia el oeste.
En cuanto al paisaje, es más bien monótono. Aparte del verde
natural de la vegetación, el exceso de marabú no atrae a la vista
y sí contribuye a adormilar al conductor.
Muchos viajeros potenciales al borde de la vía, ante la presencia de
un carro exhiben justo en la punta de los dedos billetes de diversos colores a
guisa de señal de pare. Generalmente, choferes de rastras y camiones
pesados permiten viajar en sus remolques a viajeros como usted que decidió
jugarse el todo por el todo y llegar a pesar del poco dinero que posee.
El éxito es de los que se arriesgan. Aunque en los accidentes las víctimas
las aportan mayoritariamente aquellos pertenecientes a este grupo.
Por ejemplo, recientemente vi a un chofer de rastra que en el remolque
cargaba unos rollos enormes. Entre la carga y sobre ella una decena de personas
trataban de luchar contra el viento, dándoles la espalda.
No deje de pasar por alto la presencia inefable de la policía. En
varios puntos de control la policía ejerce su papel vigilante. A 600
metros de cada punto de control hay indicadores que limitan la velocidad máxima
a sesenta kilómetros por hora. Despacito. Suavecito. En muchas ocasiones,
registran las cajuelas de las rastras, los maleteros de los automóviles
privados. Lugares donde es susceptible transportar pescado, mariscos, carne de
res, u otros productos sobre los que pesan prohibiciones de traslado y venta.
También registran las pertenencias de los viajeros que aprovechan medios
de transporte que no sean los ómnibus de la línea Astro.
Miles de personas viajan en los meses de julio y agosto de esta manera en
Cuba. La degradación del transporte público en la isla no cesa de
incrementarse a pesar de los anuncios de recuperación económica y
la incorporación de ómnibus ensamblados en el país.
Evidentemente, si usted cuenta con dólares en el bolsillo, sus
piernas tendrán resistencia y, sin fatiga, llegará a dondequiera.
Precisamente, en la recién remozada y cincuentenaria terminal de ómnibus
de La Habana, una oficina le ofrece boletos de viajes en los mismos ómnibus
Astro para los que otros invierten tiempo de su vida en hacer una cola durante
un mes o varias semanas.
También tiene la opción de viajar en taxis de turismo con aire
acondicionado y un chofer diestro a su servicio que le conducirán raudo
hacia el destino ansiado.
En fin, si Aladino apareciera por Cuba seguramente para viajar utilizaría
dólares a manera de alfombra.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|