Secretos de
la UNEAC
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, agosto - La Unión Nacional de Escritores y Artistas de
Cuba (UNEAC) también ha sido víctima, a través de sus
miembros, de la policía política del régimen de Fidel
Castro durante sus más de cuarenta años de existencia.
Tenía yo veintidós años de edad cuando participé
como delegada en el primer congreso nacional de escritores y artistas cubanos.
Mi carné, con el número 0273, aún lo guardo entre papeles
viejos.
Pocos meses después de fundada la UNEAC, en julio de 1962, se presentó
en mi casa un joven escritor aún sin fama pero ya conocido como
cooperante del Ministerio del Interior: Joaquín González Santana.
Traía en su maletín la planilla que llené solicitando
ingresar a esa institución. Ingreso que, según me dijo el
visitante, estaba aprobado de antemano.
Años después, en agosto de 1977, ese mismo joven -ya autor de
varios libros de poemas y dirigente de la UNEAC- envió a mi casa, en
sobre cerrado, mi libro de versos "Mientras giran las hojas del arce"
y una carta firmada por él donde decía que el libro "no fue
aprobado por la Comisión de Evaluación de la UNEAC". La
adjunté a otra carta que había recibido unos meses en la que se
expresaba: "Su libro 'Mientras giran las hojas del arce' ha sido aprobado
para su publicación por la Comisión de Evaluación de la
UNEAC". Aún guardo ambos escritos entre papeles viejos y además
el libro que, sorpresivamente, fue publicado en forma de compendio por la propia
UNEAC en su colección "Ciclos", en noviembre de 1998 del siglo
pasado.
Por aquellos días, también recibí la visita de una
amiga poetisa que me puso al corriente de mi situación en la UNEAC, pues
yo había quedado separada de su membresía al no cumplir los parámetros
establecidos. Parámetros que nunca conocí. No importaba en
absoluto que tuviera tres libros de poesía publicados y un cuarto (el
devuelto por González Santana) en la imprenta, con una portada hecha por
el pintor Roberto Lafitta.
Dos años después tropezamos en la calle el poeta y amigo Nicolás
Guillén (presidente de la UNEAC) y yo. Me saludó de forma
afectuosa y me dijo unas palabras que jamás he podido olvidar. Con una
expresión muy seria en su rostro y antes de despedirse de mí con
un abrazo, me dijo: "Te aseguro que yo no tuve nada que ver con tu despido
de la UNEAC. Por mí estarías junto a nosotros. Tu novela 'Ana' me
gustó mucho. Ojalá y se hubiera publicado".
Nicolás se refería a la noveleta "Pájaros blancos
besen tus labios" que yo había escrito en 1971 y cuyo título él
había confundido con su personaje principal, Ana, quien inspiró a
Nicolás para su soneto "Proposiciones para explicar la muerte de Ana".
Al llegar a mi casa las palabras del viejo todavía hacían eco
en mi mente, donde ya todo había quedado claro para mí.
Quince años después, en junio de 1992, por orden evidente del
Ministerio del Interior, otro joven escritor, Miguel Mejides, dirigente de la
UNEAC, me llevó a mi casa un nuevo carné con el número
01417 firmado por su presidente, Abel Prieto.
Con el carné en la mano y percatándome del nerviosismo de
Mejides, recordaba tiempos pasados, me sentí como un objeto y no como un
ser humano en este proceso político por el que atraviesa mi país.
Días más tarde, supe por una empleada de la UNEAC que había
desaparecido de los archivos mi viejo expediente como miembro fundadora de esa
organización, y tanto ella como yo nos preguntamos dónde estaría
en esos momentos.
En la actualidad, no sé en qué condiciones aparezco en ese
archivo, pues no recibo citaciones para reuniones, eventos o congresos.
Pertenezco, eso sí, a la prensa independiente. Actividad que inicié
con una crónica titulada "Por qué me quedé en Cuba",
fechada el 9 de agosto de 1998 y publicada por CubaNet.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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