Cifras laberínticas
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - Manipular caprichosamente la información económica
de Cuba es para las autoridades del país una norma, un esfuerzo vano por
esconder la elevada ineficiencia con que operan sus empresas, los
multimillonarios gastos por subsidiar salarios y sus infladas nóminas de
trabajadores vinculados a la producción y los servicios.
Según el Anuario Estadístico de Cuba de 1988 (un par de años
antes de comenzar el llamado "período especial"), había
3 millones 740,600 personas ocupadas en la producción, el producto
interno bruto (PIB) reportado el 31 de diciembre de ese año alcanzó
la cifra de 19,025 mil millones de pesos (MMP) para una productividad de 5,086,
la tasa de desempleo ascendió al 6 por ciento, lo que representó
que cerca de 239 mil personas estaban desvinculadas laboralmente.
El año 2000 comenzó -de acuerdo a la publicación
oficialista "Cuba en Cifras", Oficina Nacional de Estadísticas,
31 de diciembre 1999- con 4 millones 407,100 personas trabajando en las
diferentes esferas económicas.
Por otra parte, el PIB resultante el 31 de diciembre de 2000 disminuyó
a 16,552 MMP, el 87 por ciento del obtenido 12 años atrás. Se debe
añadir que estos resultados demuestran que la productividad social se
redujo notablemente, motivo por el cual no fue reportada pública y
oportunamente en los medios oficiales.
En resumen, el resultado de ese malabarismo gubernamental con los datos
evidencia que la ocupación laboral creció en 667 mil trabajadores,
que la producción se contrajo un 13 por ciento (2,473 MMP) y que la
productividad social se redujo en un 26,2 por ciento (de 5086 en 1988 pasó
a 3756).
De haberse mantenido la productividad de 1988 en diciembre de 2000 el nivel
de ocupación debió descender en 485,9 mil trabajadores y no
incrementarse en 559,4 mil personas ocupadas, como fue informado. Ello respondió
al interés de ocultar la ineptitud del gobierno para dirigir la economía
del país, escudándose en no dejar sin empleo a cientos de miles de
cubanos, cuando esa situación pudo solucionarse sin falsos paternalismos
que sólo esconden su intención de no perder el control absoluto
que ejerce sobre el pueblo cubano.
Lo cierto es que existen más de 1,1 millones de trabajadores
innecesarios que se encuentran emplantillados con salarios mensuales promedios
de 249 pesos, y que esto representa pagos improductivos ascendentes a casi 3,5
miles de millones de pesos (MMP) anuales sin que reporten utilidad real a la
economía nacional.
Puestas las cosas en su sitio, tendremos que el año 2000 cerró
con una población laboral activa de 4 millones 663,598, de los cuales 1
millón 409,348 deberían estar desocupados, y la tasa de
desempleados se aproximó al 30,2 por ciento, cifras que distan bastante
de las informadas por el gobierno de Fidel Castro al concluir diciembre de 2000.
Pasemos ahora al año 2001 y veremos que la historia se repite. El
periódico Granma, en su edición del primero de agosto, informó
que el PIB mantuvo hasta el 30 de junio de este año una tasa de
crecimiento del 3,6 por ciento, válido para que ese indicador se
incrementara durante el primer semestre hasta 8,58 MMP.
De no crearse nuevos puestos de trabajo a los reportados en diciembre de
2000 (cuestión difícil de lograr a causa de la política que
aplica el gobierno), mantener en el segundo semestre similar tasa de crecimiento
del PIB que el obtenido en el primero, y conservar la productividad económica
de 1988, se podría pronosticar que el PIB de Cuba, para el 31 de
diciembre de 2001, alcanzará el valor de 17,15 MMP, bueno para una economía
con cierta eficiencia y capaz de sostener una fuerza laboral productiva y de
servicios de aproximadamente 3,4 millones de empleos.
En realidad, esta cifra actualmente es de 4 millones 663,598. En
consecuencia, continuaremos arrastrando 1,04 millones de puestos de trabajo
subsidiados por el Estado cubano, que consumen salarios promedios mensuales de
249 pesos, para una erogación improductiva de 3 mil millones de pesos
anuales sin que aporten beneficio, motivo por el cual se mantendrá una
tasa real de desempleo no inferior al 22,2 por ciento de la población
laboral activa cuando finalice el 2001.
Cualquier otra conducta gubernamental que intente distorsionar nuestra
realidad financiera y por muy complejos que resulten los mecanismos que utilice,
ocurrirá lo mismo que con el laberinto de Creta. No obstante las trampas,
siempre encontraremos un Teseo dispuesto a enfrentar al monstruo mitológico
y una bella Ariadna empeñada en colaborar con quien se emplee en tan
justo empeño.
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