Los chavitos
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - Los chavitos no son los vástagos de Hugo Chávez.
Es cierto que en Venezuela le llaman chavos al dinero, y que los chavos, con Chávez,
corren mucho peligro, pero no es de los chavos del Arauca vibrador que quiero
hablar. Es de los chavitos cubanos.
En mi infancia, los chavitos eran unos billetes sin valor con los que jugábamos
o coleccionábamos. Se caracterizaban por la cantidad de colorines con que
los imprimían. Su papel era pésimo y se rompían con gran
facilidad. Mantenerlos en buen estado era casi un milagro, y quizás por
esas mismas características la población ha bautizado al peso
convertible cubano con el nombre de chavitos.
Los chavitos (pesos convertibles) son supuestamente la divisa cubana. Por
supuesto que con ellos no se les paga a los trabajadores. Los trabajadores
cubanos cobran sus salarios en otra moneda: pesos, a secas, que también
tienen muchos colorines, un pésimo papel y muy poco valor. Como se
comprenderá, en Cuba circulan tres monedas: el dólar, que lo hace
libremente; el chavito, que por lo menos hasta el Malecón tiene cierta
libertad; y el peso, que realmente tiene muy poca libertad.
Cuando un cubano asiste a una casa de cambios (Cadeca) y extiende un
billete, digamos, de veinte dólares, con el fin de convertir diez, por
ejemplo, en pesos, le devuelven el resto en chavitos, y por muchas pataletas que
arme, siempre le explican que ésa es "la orientación".
Es decir, se entregan dólares y se está obligado a recibir
chavitos.
A los cubanos que adquieren dólares, ya porque reciben remesas, ya
porque los jinetean, ya porque trabajan en turismo, no les gustan los chavitos.
Cuando se los dan en una Cadeca o una tienda, como que se asustan, como que les
quema las manos. Quieren deshacerse de ellos lo más rápidamente
posible, les tienen muy poca consideración o respeto, el verde del dólar
les da más seguridad, más esperanza. ¿Será verdad que
el verde es un color relajante, esperanzador?
Las denominaciones de los chavitos pasan por los billetes de a 1, 3, 5, 10,
20, 50 y 100. Si un billete de a 5 da escozor en el bolsillo, sobresalto en el
corazón, imagínese qué no producirá un billete de a
100. Volcán, infarto. El caso es que los cubanos no quieren al chavito. Y
salí a indagar por qué.
Obtuve una sola, unánime respuesta. ¿Y si pasa algo? Me respondían.
¿Qué algo? Preguntaba. Algo, no sé. Volvían a
responder. Y tuve que desentrañar ese algo. La gente tiene miedo pero no
sabe a qué. La gente siente la incertidumbre pero no sabe por qué.
La gente espera algo pero no sabe qué. ¿Sabrá usted qué
cosa será ese algo? Si tuviera aquí, a Nostradamus le preguntaría
no vaya a ser que nos sorprenda ese algo con chavitos en los bolsillos y
entonces sí Noslostragamus.
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