Dos anécdotas
referidas a Eduardo Chibás sobre Fidel Castro
Reynaldo Cosano Alén
LA HABANA, agosto - Eduardo (Eddy) Chibás Rivas murió en el
pináculo de su fugaz gloria política. Fue como si el tiro suicida
que segó su existencia hubiera insuflado vida a otro carismático
personaje de la vida republicana de Cuba, a Fidel Castro.
La vida trunca de Eddy Chibás pasó igual que una estrella
fugaz, que un relámpago, que un trueno. Precisamente en este agosto
recordamos el cincuentenario de aquella muerte absurda.
Conchita Fernández Correa, mujer que tuvo el privilegio de ser la
secretaria privada de Chibás, como antes lo fuera del etnólogo
Fernando Ortiz, el tercer descubridor de Cuba, y por tiempo más breve de
Fidel Castro, poco antes de ella morir a los 86 años, cuenta lo siguiente
respecto a Castro, por el que nunca ocultó sus simpatías: "Había
que verlo (a Castro) en el velorio de Eddy (Chibás) en el Aula Magna; y
todo lo que habló por radio en esos días ... Es la primera vez que
se revela como orador y agitador de masas de estatura nacional, pues más
bien hasta ese momento su acción se circunscribía a los medios
universitarios y a las asambleas políticas que dábamos en el
Partido (Ortodoxo)".
Muerto Chibás ocurre el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, con
el que se entroniza en el poder el general Fulgencio Batista, y la figura cívica
del líder de la Ortodoxia es silenciada.
Tras el derrocamiento de Batista por Fidel Castro en 1959, apenas a siete años
del deceso de Chibás, un nuevo silenciamiento que alcanza a nuestros días.
Su "último aldabonazo" al pueblo de Cuba aún está
a la espera.
En su desbordada simpatía por Castro, Conchita llegó a decir: "Oigo
las cosas que Eddy dice de él (de Castro), de su valor, de su sinceridad
y de su lealtad. Entre ellos dos se crea una relación de mucha confianza".
Pero, un recuerdo diferente tiene Rafael Avila, presidente del Partido del
Pueblo, ferviente chibasista, entonces asiduo concurrente a Prado 109, en la
capital cubana, oficina del Partido Ortodoxo, hoy ruinosa vivienda, opositor
desde 1959 que transitó por casi todas las cárceles de Cuba en sus
diez años de prisión.
Avila cuenta lo siguiente: "Hay cosas de la historia que a pesar del
decursar del tiempo no olvidamos. El Partido Ortodoxo, en Prado 109, era
visitado por el actual gobernante de este país cuando él era un
jovencito, que trataba de agitar, de capitalizar toda la situación que
había allí para presentarse como excepcional".
Nuestro entrevistado prosigue: "Un día Eddy Chibás dijo a
Roberto Agramonte: ¡Vamos a dejar que este hombre (Castro) hable para
formarnos una visión de qué tenemos enfrente!"
"El hombre pronunció un discurso que hay que reconocer fue
excepcional. Habló de los proyectos y medidas que había que tomar.
Cuando terminó, los aplausos fueron ensordecedores. Pero Chibás le
dijo a Agramonte: '¡Pobre de este país si un día este hombre
(Castro) llega a ser presidente'. Siete años después ese hombre
fue ¿presidente?, aún lo es después de cuatro décadas",
concluyó Avila.
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