Amor
verdadero
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, agosto - No es mi intención por ahora escribir sobre la
obra de Reinaldo Arenas, pero viene al caso para la intención del
presente texto citar un momento cumbre del libro autobiográfico "Antes
que anochezca". Es el momento en que Clara Moreira convoca a un grupo de
amigos en el hueco de su casa y declara: "Amigos, los he reunido para
comunicarles una triste noticia: los senos se me derrumbaron".
Salvada la introducción yo por mi parte deseo comunicarles la triste
noticia de que mi LAPTOP no es señorita como me lo afirmó mi amigo
el pasado 28 de junio cuando me la entregó, sino mujer pública de
la peor calaña.
Al principio malos pensamientos se albergaron en mi mente. Pero es cierto
que el tiempo y especialmente el conocimiento pueden borrar cualquier herida.
Además, en el amor nada hay perfecto. He llegado a la conclusión
de que a esta LAPTOP pública, que ha pasado por tantas manos y jamás
ha tenido en su memoria una simple idea de la libertad, yo podría
ofrecerle un amor verdadero.
Mi sospecha se ha cumplido. Resultaba demasiado fácil que un tipo
como yo, enemigo de la esclavitud, pudiera trabajar tranquilamente con su LAPTOP
en una biblioteca pública, con aire acondicionado, en un país con
sistema de gobierno totalitario.
Esta LAPTOP me la entregaron el 28 de junio a las seis de la tarde y el 28
de julio a las seis de la tarde, mientras trabajaba con ella, de repente el
display comenzó a parpadear, a formar extrañas figuras geométricas,
y finalmente se apagó. ¿No es demasiado casual que a los treinta días
exactos la máquina me ofreciera los inequívocos síntomas de
frigidez intelectual?
Como uno ha visto tantas películas norteamericanas donde se ven las
muchas cosas que pueden ocurrir en el mundo de la computación, lo primero
que me vino a la mente fue que se trataba de una LAPTOP terrorista. Luego
consulté con un especialista del patio y me dijo que si a las 24 horas mi
LAPTOP hubiera presentado fallas se podría pensar en un hecho natural, ¡pero
que con exactitud de cronómetro el display de la máquina explotara
a loa treinta días! parece un hecho de los más extraños.
Entonces le pregunté al mecánico (que no sabe cuál es mi
profesión) si la máquina puede ser abierta por un especialista y
manipulada para programar su propia muerte. Y él me respondió que
en la actualidad son muchas las cosas que pueden hacerse.
Yo, que no soy técnico en computación pero sí en
imaginar cosas, he llegado a pensar desde el primer momento que dentro de la
LAPTOP podrían haberme colocado algún microchip que transmite todo
cuanto yo redacto en mi display hacia otro display. Por eso he evitado, desde el
primer día, no escribir en la intimidad de mi LAPTOP aquello que no sea
capaz de publicar.
El sábado 28 de julio la situación parecía insoluble.
Mientras apagaba y encendía la LAPTOP para ver si reaccionaba, decidí
que mientras estuviera viendo las películas del sábado la dejaría
en On. Así que a eso de las dos de la madrugada, cuando subí a la
barbacoa a dormir, el display funcionaba como si nada hubiera ocurrido. En los días
sucesivos descubrí que el movimiento de la tapa al cerrar y abrir hacía
que la imagen del menú en el display desapareciera o temblara. Después
descubrí que al abrir la LAPTOP durante los primeros 30 minutos permanecía
muda, como una mujer que no ama, pero si la mantenía en On terminaba por
encenderse luego de esos treinta minutos.
Entre los días 29, 30, 31 de julio y primero de agosto, la continué
utilizando con el sistema de tener que esperar la media hora. Sin embargo, en la
noche del primero de agosto decidí dejar la LAPTOP como un libro abierto
y pude comprobar con alegría, una y otra vez, que mientras la mantuviera
abierta al ponerla en On, obediente, respondía como si el display no
tuviera problemas. Así, hasta el día de hoy, la he dejado sobre la
mesa de mi escritorio en la barbacoa, y cada vez que requiero de sus servicios
me responde.
De modo que ya no la podré llevar más a la biblioteca, excepto
que acepte hacer el papelazo -no el papeleo- de que todas las muchachitas de la
biblioteca se enteren de que mi LAPTOP no es señorita.
No puedo acusar a nadie, ni siquiera a quien me la entregó, de
tratador de blancas o de asesino digital premeditado, pero sí puedo decir
que vivo en un país donde nada funciona, todo es al revés, y la
plenitud de vivir con sentido común está prohibida.
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