Reflexiones
sobre la producción tabacalera cubana
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, agosto - La cosecha tabacalera obtenida fue calificada de exitosa
en los debates sobre el comportamiento de la economía en el primer
semestre del presente año, efectuados en las Comisiones de la Asamblea
Nacional del Poder Popular previos a su séptimo período ordinario
de sesiones, celebrado a principios de agosto.
Aunque no ha sido informado el total del tabaco recolectado en el país,
la provincia mayor productora (Pinar del Río) cosechó 23,8 miles
de toneladas, volumen superior al alcanzado en el 2000, en un área
plantada inferior, según reportó el periódico Granma el 28
de julio.
A pesar de que la producción de la aromática hoja aún
no ha conseguido volver a los niveles anteriores al período especial (42,
3 miles de toneladas como promedio en los años 1985-89), verdaderamente
existe cierta recuperación de acuerdo con los datos disponibles que se
muestran a continuación.
PRODUCCION TABACALERA
1990 - 37,1 1991 - 30,0 1992 - 24,6 1993
- 19,9 1994 - 17,1 1995 - 25,0 1996 - 31,5 1997
- 31,0 1998 - 38,0 1999 - 30,6
FUENTE: Anuarios Estadísticos de Cuba 1996 y 1999
Como puede apreciarse en estas cifras, a partir de 1990 se presentó
un continuo descenso, llegándose en 1994 a reducirse la producción
en aproximadamente 60 por ciento con respecto al promedio logrado en los cinco años
anteriores al período especial. Ello provocó la insólita
situación de que Cuba se transformara en importadora de tabaco para la
elaboración de los cigarrillos destinados al consumo interno.
No obstante, desde 1995, debido a una serie de medidas encaminadas a
reactivar esta importante actividad agrícola, se observa la modesta
recuperación señalada anteriormente.
Cabe preguntar cómo es posible que un cultivo tan complicado como el
tabaco, que requiere cuidados exquisitos y es muy sensible a los cambios climáticos,
pueda restablecerse, mientras otras producciones menos exigentes como la caña
de azúcar o la ganadería vacuna parece imposible que consigan
avanzar. Por el contrario, presentan continuos retrocesos.
La respuesta podría encontrarse en que para el cultivo de la solanásea
se han creado modestos mecanismos estimuladores y otros beneficios que incluyen
limitados pagos en divisas por el trabajo realizado y la cantidad y calidad de
las hojas entregadas a las entidades de acopio.
Además, para el cultivo del tabaco se han repartido decenas de miles
de hectáreas de tierra en usufructo a personas que las han solicitado a
lo largo y ancho del país, con lo que el número de vegueros se ha
incrementado notablemente. Esta medida, aunque en principio ha representado un
paso positivo, estimulador de la producción, también tiene varios
inconvenientes que podrían subsanarse si los lotes fueran dados en
propiedad y con mayor tamaño.
Si no fueran cumplidas estas condiciones, a largo plazo podría causar
daños irreparables a los terrenos dados en usufructo ya que la rotación
de los cultivos y el descanso del suelo en los minifundios es casi imposible, lo
que empeora al no haber garantías legales de una futura propiedad que
promueva el cuidado de la tierra.
Por último, la producción tabacalera -a diferencia de otras
actividades de la agricultura cubana- está esencialmente en manos de
agricultores privados. En el decenio 1980-89, los campesinos cosecharon como
promedio el 74 por ciento del total de las hojas recolectadas. Este porcentaje
posiblemente ha crecido en los últimos años, porque siempre se ha
demostrado que es el sector de mejores resultados y el más eficiente en
la utilización de los recursos materiales y humanos.
Ciertamente, han existido progresos en la producción tabacalera, pero
queda bastante por hacer. Los rendimientos por área actuales todavía
distan bastante de ser óptimos.
La experiencia resultante del examen del cultivo de tabaco en los últimos
años ratifica la importancia decisiva de la vinculación del hombre
a la tierra. Si en Cuba fueran distribuidas las enormes extensiones de tierra
que permanecen improductivas o subutilizadas entre los ciudadanos que desearan
cultivarlas, con seguridad la agricultura daría un salto enorme con
significativos beneficios para la población y la economía nacional
en su conjunto.
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