Varela y el
proyecto
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, agosto - La casa que ahora tiene el número 462 en la calle
Obispo, en la parte vieja de la ciudad de La Habana, zona fundamental del
turismo extranjero, está siendo totalmente remozada.
En ella nació Félix Varela, sacerdote al que sus ideas y su
abierta postura en favor de la independencia de Cuba le llevaron a tener que
morir en el exilio. De él se afirma que fue el hombre que enseñó
a pensar como cubanos a los naturales de esta isla.
Su nombre fue el escogido, hace unos años, por los integrantes del
Movimiento Cristiano Liberación, para bautizar el proyecto que quiere
hacer cambios a leyes vigentes en el país, basándose en esas
propias leyes y en la Constitución de 1976.
Paradójicamente ese proyecto no da participación directa en él
a los cubanos exiliados y de esa forma deja fuera de la idea a los que, como el
propio Varela en su época, tienen que vivir -y morir- alejados del terruño
donde nacieron, y al que pertenecen.
Los promotores principales del Proyecto Varela dicen -y eso es cierto- que
al basar la iniciativa en las leyes existentes, que son excluyentes, los cubanos
que están en la diáspora no pueden participar directamente en él.
El Proyecto Varela no es una panacea. Eso lo sabemos algunos de los que lo
han firmado a regañadientes, entre ésos yo, pero también
sabemos que no es el momento de levantar obstáculos a una idea que no es
para nada mal intencionada y que promueve la participación de muchas
personas alrededor de un ejercicio civilista.
Críticos de ese proyecto dicen, entre otras cuestiones, que levanta
falsas expectativas. Pero, en la práctica, ¿qué cosa que no
se haya hecho para limitar o cambiar el actual estado no ha levantado falsas
expectativas? ¿No sigue ahí el mismo grupo gobernante exhibiendo y
utilizando su poder a como les da la gana?
Algunos disidentes han llevado su intolerancia al extremo de abrir, como lo
hicieron hace sólo unos días, un hueco en la tierra y enterrar allí
el Proyecto Varela. Ese tipo de acto no es nada original. Los seguidores del régimen,
durante años, han hecho muchos enterramientos simbólicos del
imperialismo.
Lo raro de esto es que los disidentes nunca han abierto un hueco para
enterrar de esa forma al comunismo, o al gobierno de Fidel Castro. Pero, bien,
por algo se empieza. Tengamos un poquito de paciencia para ver qué otra
cosa entierran esas personas.
El Proyecto Varela es eso, un proyecto, una idea, que se trata que dé
algún fruto. Pero si alguien tiene en la mano, o debajo de la manga, algo
que estime que es mejor, debe ponerlo sobre la mesa. Una de los aspectos
positivos que tiene el ejercicio de la democracia es la posibilidad de elegir. Y
créanme, nos hace falta vital ejercicios que vayan acondicionando la
mente a una estructura democrática.
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