Machismo en
la sociedad cubana
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - El fenómeno de la crisis de masculinidad, dado
por la mayor participación de la mujer en la vida laboral, se ha
extendido por el mundo. Años atrás la mujer cubana aspiraba que
para el 2000 el hombre compartiera los mismos roles que ella en el hogar.
Actualmente las aspiraciones son las mismas.
Como parte de nuestra cultura le enseñamos a nuestros hijos desde que
ellos son pequeños que "la mujer es de la casa" y "el
hombre es de la calle".
De acuerdo a estos preceptos, al llamado sexo débil le corresponde
cuidar las muñecas y al varón buscar el sostén económico.
Si bien, según especialistas en el tema, en la última década
se han resquebrajado en cierta forma las tradiciones machistas, todavía
la sociedad cubana está muy lejos de ser el modelo anhelado.
La mujer, incorporada en mayor número después de 1959 al mundo
laboral, se siente sobrecargada a consecuencia del habitual machismo de los
hombres y del empeoramiento de la situación económica que la
golpea directamente a la hora de realizar las tareas del hogar.
A pesar de que la mujer cubana a veces reniega de su condición de
esclava del hogar, por nada del mundo deja de cumplir con sus obligaciones domésticas,
pues ya las tiene incorporadas a su psiquis. Lo que ha sucedido es que al asumir
nuevos roles en la sociedad ahora la carga de trabajo es mucho mayor.
El hecho de que muchas mujeres no sientan insatisfacción ante esa
realidad podría justificar en cierto sentido por qué a los hombres
no les interesa ayudarlas en el hogar. Por ejemplo, la responsabilidad en el
cuidado de los hijos no se comparte por igual. Aunque haya familias en que se
avanzó en este aspecto, todavía subsisten conceptos que no se han
asimilado debidamente.
Es común en nuestra sociedad que las mujeres no dejen a los padres
cargar a los hijos recién nacidos, porque consideran que no están
capacitados para ese tipo de actividad. El criterio de que la ternura y la
dulzura son cualidades exclusivamente femeninas ha dado origen al falso
principio de que "madre hay una sola". También resulta
interesante que en las llamadas "reuniones de padres", que tienen
lugar periódicamente en las escuelas, la mayor asistencia corresponde a
las madres.
Ser hombre en Cuba conlleva una serie de cualidades, sentimientos y
actitudes legitimados por la sociedad. Desde niño, al varón se le
inculca, se le educa en preceptos tales como "los hombres no lloran", "en
la casa manda el macho", "los pantalones los lleva el hombre", y
otros que influyen en su futura proyección emocional y social.
Sin dudas, la tradición patriarcal se ha enraizado profundamente en
la sociedad cubana y predomina en estos tiempos. Es una pena que en los umbrales
del tercer milenio perduren conductas tan atrasadas.
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