Computar, ¿para
qué?
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - La imposición de que "dentro de la revolución
todo, fuera de la revolución nada", dictada por el gobernante cubano
Fidel Castro en su conocida alocución "Palabras a los intelectuales"
no sólo se aplica a los creadores en el terreno de las artes y las letras
cubanas, sino también se hace cumplir en lo que respecta a la información
disponible y los medios para acceder a ella.
Ahora que el país está inmerso en la última campaña,
la de la cultura masificada, es curioso ver cómo los más recientes
avances de la ciencia y la técnica en el campo de las comunicaciones
siguen vedados para la inmensa mayoría de los cubanos.
Es cierto que el gobierno de la isla ha iniciado un amplio programa para
extender entre la población los conocimientos necesarios en materia de
computación. Esto ha permitido que un significativo número de niños
y adolescentes se inicien en el dominio del mundo informático. Por el país
se han extendido los llamados Joven Club de Computación, que son lugares
donde se imparten cursos sobre esa materia. Por ejemplo, en la capital fue
instalado el Palacio Central de Computación donde en otros tiempos existió
la conocida tienda Sears.
Todo esto ha contribuido al auge y al creciente interés de los
ciudadanos, principalmente los más jóvenes, por adentrarse en la
práctica de la computación. Y es ahí donde comienzan las
dificultades que ya causan malestar entre estas personas iniciadas en la
computación.
Para quienes deseen tener el equipo propio en el cual aplicar las
habilidades aprendidas existen dos barreras infranqueables: los costos y las
dificultades para adquirirlo.
La venta de computadoras y otros medios de la informática es
sumamente regulada e incluso en este instante es considerado casi un delito que
un particular "no autorizado" posea uno de esos aparatos.
Es real que, aunque pocos, existen comercios en los que particulares pueden
comprar esos equipos. Por ejemplo, en la capital del país sólo hay
dos, conocidos como centros DITA. En ellos se puede comprar monitor, disco duro,
lector de CD, ratón y teclado. También es posible obtener la
tarjeta principal (Mother Board) sin el procesador. Todo ello al doble del
precio que se le facilita a las entidades del estado. Impresoras y scanners son
equipos cuya venta está prohibida por el gobierno.
El otro problema es la instalación del acceso a Internet para
particulares, que también es exclusividad estatal. Es por esto que se ha
extendido la conexión clandestina entre los pocos privilegiados que
poseen computadora y teléfono. Aunque es de destacar que este tipo de
conexión ha proliferado gracias a la difusión de los conocimientos
que ha propiciado el régimen cubano, por lo que queda probado que no se
puede enseñar a la gente y después pretender controlar sus mentes
y ansias de mayor y más variado acceso a la información.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
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