¿Cultura
masiva, o amordazada?
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - La nueva meta que el gobierno ha trazado para la
sociedad cubana es la "masificación de la cultura". El propósito
tiene incluso un plazo para ser alcanzado. Según los funcionarios a cargo
del asunto, en diez años Cuba tiene que ser el país "más
culto del mundo".
Sin embargo, si se tiene en cuenta la historia de los últimos
cuarenta años sobran los ejemplos de metas trazadas por el gobierno que
culminaron en sendos fracasos. La zafra de 1970 (conocida popularmente como "la
de los diez millones"), el metro de La Habana, el plan alimentario, la
conversión de La Habana en capital más funcional que París...
y se podría citar un larguísimo listado de otros fracasos.
El fracaso de este nuevo empeño ya está asegurado porque el
proyecto es errado desde su concepción. Nadie discreparía con que
los medios de difusión trasmitan clases de idiomas, historia, literatura,
artes plásticas y otras materias, pero no es posible educar, instruir a
un pueblo sin tener en cuenta que para obtener cultura no bastan las
publicaciones, los seminarios y los talleres. La cultura se hace desde el
interior de cada individuo, por lo que lo más importante es establecer la
posibilidad real de que cada persona pueda cultivarse a partir de sus propias
concepciones de la vida. Es por esto que cuando se intenta masificar, obviando
el protagonismo de las personas libres, la buena intención se convierte
en manipulación.
Por otra parte, cuando las personas a instruir se hallan inmersas en un mar
de carencias de lo elemental para la vida no les queda ningún tiempo para
el desarrollo del intelecto. Indudablemente, en Cuba primero habrá de
mejorarse la situación económica y después tendrá
lugar lo del pueblo más culto del mundo.
Además, la cultura no es sólo instrucción y
conocimiento, sino que le son esenciales hábitos, relaciones humanas,
diversidad de concepciones, tolerancia, confianza mutua, ética. No se
puede hablar de cultura mientras en la creación artística prime el
punto de vista político frente al estético.
Sin lugar a dudas, el mejor aporte de un gobierno a la cultura de un pueblo
es permitirle el imprescindible ambiente de libertad. Cultura no es consumo,
sino cultivo de lo más noble que hay en el ser humano. Es el acercamiento
a la verdad, la bondad, la belleza. Es imposible en una sociedad oprimida.
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