¿Dónde están
nuestros cocos?
Tania Díaz Castro, PPDHC
LA HABANA, 27 de septiembre - La Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha divulgado que el agua de
coco ya puede ser embotellada para su comercio y exhorta a los países
tropicales a darle acogida a esta reciente tecnología, que podrá
brindar una bebida energética natural: el agua de coco.
Sobre todo América Latina tiene las mejores condiciones para producir
este líquido lechoso y refrescante de gran beneficio para la salud
humana, un continente donde crecen las palmeras o cocoteros y producen su fruto
dos o tres veces al año.
Me pregunto cuándo Cuba, con cocoteros que crecen hasta veinticinco
metros de altura, repletos de cocos que se secan en lo alto sin que nadie se
interese en ellos, podrá realizar este magnífico proyecto tecnológico
para beneficio de nuestra población.
En los agromercados no se vende el coco, ni siquiera en los meses de intenso
verano cuando bien vendría un vaso de esta agua bien fría.
Esta nueva tecnología lanzada por la FAO está relacionada con
la microfiltración, algo nada complicado. El filtro, señala, puede
ser de porcelana o un gel poliacrílico para retener los microorganismos y
las esporas, algo que puede lograr que el líquido resulte estéril
para ser comercializado.
Seguramente la iniciativa privada de América Latina ya tiene puesta
su mente en este excelente producto. Pero el Estado cubano demoraría
siglos y mientras tanto, los cocos se secan en las alturas, inaccesibles y
controlados por la Ley. ¿O habrán desaparecido nuestros cocoteros,
al igual que la ganadería cubana?
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