La Virgen de la Caridad y la cubanía
Rev. Pedro Crespo, Grupo Decoro
LA HABANA, 7 de septiembre - Todos los cubanos conocemos que la cubanía hinca sus raíces en la fe cristiana. Es documento plástico y elocuente la Iglesia del Salvador de Bayamo, donde el Padre Batista educó simultáneamente en la fe y el patriotismo a Carlos
Manuel de Céspedes, a Perucho Figueredo y a otros padres de la patria.
Y con la fe cristiana es inevitable el amor a la Madre de Cristo, la Virgen María.
María siempre y en todas partes es la misma. Pero se la suele llamar con nombres diferentes, y en Cuba la llamamos sobre todo con el nombre de la Virgen de la Caridad. Es nuestra advocación patronal. Como es sabido, fue hallada en la bahía de Nipe en el año 1602.
Desde que la entronizaron en el hato de Barajagua, el pueblo, sin distinción de razas, comenzó a profesársele una gran devoción. Devoción que fue creciendo cuando la trasladaron al Cobre donde cuentan múltiples favores concedidos a sus hijos cubanos.
Es curioso notar que la imagen se presenta con rasgos de india, de blanca y de negra, como queriendo aunar a toda la población cubana. La historia de la guerra de independencia de Cuba está llena de páginas de devoción a la Virgen de la Caridad. Nuestros soldados corrían
a la manigua con algún recuerdo de la Virgen; el más común era una cinta con el tamaño de su imagen.
Carlos Manuel de Céspedes hizo su primera bandera con la tela del altar de la Virgen que su esposa había levantado en su casa. Y cuando ya era presidente de la Cuba en armas, visitó El Cobre, y al enterarse que en el programa de festejos no figuraba ningún número
religioso, ante todo el mundo se adelantó a orar ante el altar de la Caridad.
Una viejecita contó que siendo niña conoció a Maceo porque su mamá le lavaba la ropa. Una vez Maceo olvidó la medalla de la Caridad en su camisa. Cuando se la devolvieron, le preguntaron si era católico. Contestó: "Sí, y a mucha honra;
y sobre todo devoto de la Caridad, como me lo enseñó mi madre desde niño".
La primera fiesta religiosa de la Cuba libre e independiente fue una misa en acción de gracias organizada por el Estado Mayor en el Cobre, el 8 de septiembre de 1898.
Los veteranos en 1915 tienen la convicción de que la Caridad les ayudó mucho en sus campañas, y sienten la pesadilla de no haberlo agradecido convenientemente. Piensan que el mejor agradecimiento será pedir al Papa que nombre Patrona de Cuba a la Virgen de la Caridad.
Madre del Cobre, de nuestros mayores de ayer y de hoy, madre del pueblo cubano, madre de siempre.
Quiero colocarme a la escucha, en estado contemplativo, para asomarme a tu mundo interior, auscultar tus pulsaciones espirituales y escuchar tu corazón, cuando nuestros mambises cantaron el Te Deum de acción de gracias por la libertad de Cuba; nuestros veteranos te pidieron como
patrona; nuestras madres te suplicaron por su fecundidad y te presentaron a sus hijos; los accidentados te dieron gracias por salir ilesos y los enfermos por ser curados; nuestros sacerdotes, pusieron a tus pies su vocación y la misión encomendada por la Iglesia; nuestros religiosos,
su vida consagrada; nuestros militares, sus charreteras; nuestros profesionales, sus títulos; nuestros presos, la carta de libertad; nuestros exiliados, el deseo de reunirse en esta tierra; nuestros deportistas, sus trofeos; nuestros campesinos, sus frutos y su tierra; nuestros
internacionalistas, llevaron la tierra donde habían cumplido su misión; nuestros artistas, su arte; nuestros pobres, sus carencias y sufrimientos.
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