CUBANET ...INDEPENDIENTE

4 de septiembre, 2000



Una locomotora con problemas

Lic. Oscar Espinosa Chepe, Economista Independiente

LA HABANA, septiembre - El turismo extranjero desde hace varios años se ha convertido en la primera actividad económica de Cuba, desplazando a la maltrecha industria azucarera. Antes de 1959, por su importancia económica esta rama ocupaba uno de los lugares principales, lo que fue modificado radicalmente después a causa de una política dirigida a minimizar los contactos con países capitalistas, con el fin de evitar las supuestamente perniciosas influencias ideológicas.

Así, la llegada de visitantes foráneos para disfrutar de la cultura y las bellezas naturales de Cuba prácticamente se paralizó hasta que en 1989, debido al desplome del bloque soviético y la consiguiente pérdida de sus subvenciones, el gobierno fue compelido a retornar al turismo en busca de un salvavidas económico.

Gracias a unas condiciones excelentes, esta actividad floreció con celeridad, y la llegada de los visitantes mantiene una tasa anual promedio de incremento, entre 1990 y 1999, del 19,0 por ciento. Mientras que respecto a los ingresos brutos fue del 26,0 por ciento. El considerable aumento, basado en la utilización extensiva de inmensos recursos inexplotados, benefició la economía en su conjunto al crearse un mercado para los productos nacionales, además del ingreso de divisas y de la fuente de empleo creada.

No obstante, resulta evidente que la positiva incidencia del turismo sobre la economía no ha sido aprovechada en toda su magnitud. Fuentes gubernamentales han reconocido que los insumos requeridos se satisfacen con artículos nacionales únicamente en algo más del 50 por ciento. En mayo, en el marco de las deliberaciones del IX Congreso de la oficialista Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), se constató la importación para el turismo de productos agrícolas perfectamente producibles en la Isla, tales como hortalizas, flores y frutas tropicales.

En agosto el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, en un artículo retomó este tema indicando: "En 1959, las ventas del Ministerio de Agricultura al turismo facturaron 60,0 millones de dólares, pero pueden llegar a ser 350,0 millones". En el trabajo se agregan hechos concretos de compras en el exterior de productos agrícolas para el turismo como vegetales, pollo, etc., destacándose el caso de la adquisición de tomates a una firma extranjera que los produce en la zona franca y los oferta todo el año, con estabilidad y a un precio más competitivo que los suministradores nacionales.

Este estado de cosas repercute desfavorablemente sobre la balanza comercial, cuyo déficit crece sin cesar y desde 1998 duplica el volumen de las exportaciones, lo cual en cierta medida es consecuencia de la expansión de las compras para el turismo.

De acuerdo con las previsiones efectuadas por el Ministerio del Turismo (MINTUR), la llegada de visitantes en el 2010 podría estar entre 5 y 7 millones; si para esa fecha fuera posible el libre arribo de turistas norteamericanos, el volumen estimado podría alcanzar los 12 millones de personas. Téngase en cuenta que el número de turistas en 1999 fue de alrededor de un millón 600 mil, y el plan para el 2000 es de dos millones, aunque se conoce que difícilmente se cumplirá.

Según datos del MINTUR, para asimilar en el 2010 de 5 a 7 millones de turistas serían necesarias inversiones de entre 6 mil 600 y 11 mil 200 millones de dólares, respectivamente, requiriéndose 22 mil 300 millones en el caso de llegarse a la variante de los 12 millones de turistas.

Con respecto a los insumos requeridos por el turismo, comprendidos los alimentos indispensables para hacer frente a tal arribo de visitantes, las necesidades serían varias veces el consumo actual. En estas circunstancias, es una tarea de primer orden la conformación de programas para asegurar el suministro de artículos al turismo en condiciones competitivas de precios y calidad. De lo contrario, los beneficios que generaría el engrosamiento del arribo de visitantes extranjeros en un significativo porcentaje se perderían, desviándose hacia el exterior sus efectos favorables.

Por supuesto, el actual sistema económico imperante en Cuba representa un serio obstáculo para llevar a cabo programas optimizadores a fin de utilizar las ventajas que trae consigo el turismo, pues con su rigidez, centralización y burocratismo impide la adaptación de los productores a un mercado exigente, conformado por consumidores que si no encuentran lo indispensable para pasar una estancia placentera, pueden escoger otros lugares en el mundo ansiosos de recibirlos.

Para que la locomotora turística funcione a plenitud y sea un factor de progreso nacional, resulta indispensable la remoción de un sistema paralizador de las fuerzas productivas. De no procederse de esa forma, su marcha será más dificultosa, con beneficios netos crecientemente exiguos.



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