Vivió viajando y después de muerto continuó viajando
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, mayo - Bromeaba a cada momento porque nadie era tan optimista como él. Ni nadie amó tanto la vida libre como él. Su cuerpo todo era una total fibra opositora.
Cuando Isaac Cabrera López fue felicitado por sus bellas palabras bromeó que ése sería su último discurso.
No fue jarana. Murió a los pocos días.
El postrer discurso suyo del pasado 14 de mayo, Día de las Madres, fue el primero con que se enrumbaba y daba inauguración al "Comité de Madres y Familiares de Presos Políticos, Leonor Pérez". Humanitaria institución que preside Noris Durán,
madre del preso político Lázaro Constantín Durán, entre cuyas demandas esenciales está la amnistía y correcto trato humano para los prisioneros.
Isaac era miembro de las organizaciones disidentes Movimiento 24 de Febrero y del Grupo de Apoyo del Colegio de Pedagogos de Cuba.
Fue de los primeros en convencerse del solapado rumbo comunista de la revolución castrista. No estuvo equivocado en su visión. Por eso conspiró y por eso sufrió seis largos años de prisión por ayudar alzados del Escambray.
Cuando salió del natal Gibara en su quehacer libertario, ya jamás podría volver definitivamente al terruño. Lo impidió el constante acoso de la policía política. Tampoco en ningún otro sitio hallaría tranquilidad. Más bien
la desdeñó. Estuvo consciente de los riesgos. Vivió como un desterrado y un peregrino en su propio país.
La última misión que cumplió Isaac Cabrera en su apostolado político a lo ancho y largo de la geografía cubana fue la encomienda del Colegio de Pedagogos de recaudar dinero para la contratación del abogado y otros gastos para el reo político Néstor
Rodríguez Lobaina, recluido en la prisión Aguadores, de Santiago de Cuba.
Viajó desde La Habana hasta la remota provincia oriental de Guantánamo para entregar personalmente al padre de Rodríguez Lobaina la colecta de 800 pesos. Esta sola acción sería suficiente para retratar en toda su dimensión humana y cívica a Isaac
Cabrera López.
Por un infarto coronario, ya cadáver permaneció por apenas dos horas tendido en la antigua "Funeraria Rivero", en la capital. Familiares y el pueblo de Gibara lo reclamaron. Lo hicieron viajar por avión a Santiago de Cuba. De aquí a la ciudad de Holguín
y de ésta a la Villa Blanca, donde nació hace sesenta años y donde amorosa la madre tierra lo acogió.
Como si fuera un antojo del destino, Isaac Cabrera López vivió viajando y aún después de muerto, continuó viajando. ¡En paz descanse!
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