CUBANET ...INDEPENDIENTE

29 de mayo, 2000



Las vacas de la revolución

Ricardo González Alfonso

LA HABANA, mayo - Las vacas cubanas son revolucionarias. No sólo en el sentido ideológico, sino en el genético. Los reaccionarios las describen como la peor pesadilla de Darwin; pero quienes no se dejan influir por los conceptos retrógrados, aseguran que se trata de un coctel de la biología posmodernista, batido y abatido por la productividad del socialismo (sic.)

La res cubensis difiere muchísimo del Bos taurus Linneo. Humboldt no la conoció, y apenas la vislumbró el científico francés André Voisin. Picasso la hubiera seleccionado como modelo para su Guernica. Y no lo dude: esta versión criolla no la imaginó ni el Creador.

Los novillos y las terneras, conscientes del proceso histórico que vive nuestro país, nacen sin sesos; al menos éstos no se ven ni en frituritas desde hace décadas. También carecen de patas y de panzas. Y, según los más entendidos, estos animales vienen al mundo desprovistos de colas: sólo las ancianas recuerdan la receta de rabo encendido.

El aporte de las vacas nacionales a la industria láctea es indiscutible. Subvencionadas por la generosidad estatal, producen leche y yogurt para los niños cubanos de cero a siete años; y en polvo o evaporada para ancianos y enfermos (¡son tan humanas!). Además, como una prueba irrebatible de su actitud política, y para ayudar a vencer el bloqueo imperialista y el período especial, producen, para que el gobierno obtenga dólares: mantequilla, queso en muchísimas modalidades, yogur saborizado y leche fresca o condensada -con o sin chocolate- para todas las edades. Y como si fuera poco, usted puede adquirir un hígado vacuno en las tiendas recaudadoras de dólares.

Su actitud internacionalista es incuestionable. Han donado sus corazones para el pobre ganado del Tercer Mundo. Sin embargo, sus lenguas no. Estas las han legado a los creadores progubernamentales del patio.

No podemos olvidar tampoco sus principios éticos, acordes con la moral comunista. La fidelidad conyugal de estos mamíferos rumiantes y patriotas es tal que los pocos tarros que se pegan, los artesanos los transforman en barquitos made in Cuba, y en otros objetos sólo aptos para visitantes foráneos, de modo que los cuernos no alcanzan ni para botones.

Sus carnes. ¡Ah, sus carnes! Sirven para entremezclarla en pequeñas dosis con picadillo de soya, y junto con cartílagos y otros elementos no aptos para ulcerosos, integran ese milagro de la neogastromía insular denominada masa cárnica. El resto, como filetes y otros cortes burgueses tienen su destino -en moneda dura, claro está- en restaurantes que no sean particulares, hoteles de lujo y shopings.

En la capital, y en alguna que otra ciudad, dos o tres veces año se venden por la libreta de racionamiento varias onzas de carne per cápita, para evitar que a la gente se le olvide masticar. Por otra parte, a los poblados pequeños les corresponden generalmente los huesos, o sea, lo más profundo e importante; porque, señores, sin esqueleto, ¿quién se sostiene?

Conocedor de la trascendencia de tan sensible aspecto económico, el estado ha honrado a sus ejemplares más productivos, y embalsamó a Rosa Fe y Ubre Blanca, máximos exponentes del desarrollo ganadero en las categorías masculina y femenina respectivamente.

Pero hay más. El homo tauris dirigentes, más conocido como "vacas sagradas", rectores de esta revolución de la dietética, capaces de desmentir cotidianamente a Isaac Newton, pues, entre otras leyes, violan la de gravedad (sólo se caen para arriba); y como émulos aventajados de aquellos extraordinarios cerdos que fundaron la granja animal en una de las novelas de George Orwell, son más iguales que sus iguales; así que ingieren vorazmente los perniles de nuestras reses revolucionarias. Sólo ellos pueden comer carne sin contaminarse con los apetitos capitalistas de aquella etapa pseudo republicana, cuando nuestra población pecuaria nacía con todo, menos con dignidad.

Por eso nuestro pueblo es tan sano. Ya lo dijo Mark Twain: "La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta y hacer lo que preferirías no hacer".



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