Confiscan revistas y sabotean equipo de fax a periodista independiente
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, 25 de mayo - El cartero entregó una singular correspondencia. Remitente: Aduana Postal, 100 y Boyeros, Ciudad de La Habana. Los cuños gomígrafos no dejaban lugar a dudas sobre la autenticidad del documento, que expresa así, aunque por razón de
espacio hemos abreviado algunos renglones:
"Delegación Territorial Aduanas Occidente
Aduana Postal y Envio - 6752 - DHL
Resolución DS 235
"Por Cuanto: Con fecha 24 de marzo del 2000 al efectuarse el reconocimiento físico al envío que arribó por los servicios de DHL con el número de envío 6924230132 consignado a Reinaldo Cosano Alén, vecino de calle 486 #7B06 entre 7B y 9na., Playa de
Guanabo, Cuba, detectándose en el envío dos revistas contrarrevolucionarias título Carta de Cuba, en buen estado cuyo contenido es considerado contra los intereses generales de la nación, según consta en RAD-01 número 6752.
"El jefe de la Aduana General de la República, que prohíbe la importación mediante envío de libros, pinturas, películas, cintas magnetofónicas o de videos, grabados, publicaciones, figuras y cualquier otro objeto cuyo contenido sea considerado
contrario a la moral y a las buenas costumbres de la nación, o vaya contra los intereses generales de la nación, serán decomisados.
"Por Tanto: En uso de las facultades a mí conferidas, resuelvo:
"Primero: Aplicar sanción de decomiso a Reinaldo Cosano Alén, de los productos detallados en el primer Por Cuanto de la presente resolución.
"Tercero: Notifíquese la presente Resolución a Reinaldo Cosano Alén y a cuantas más personas naturales o jurídicas corresponda conocer.
Firmado: Licenciado Luis Castillo Romo,
Jefe de Aduana Postal y Envíos".
Para esta gente de la Aduana de Cuba, que deciden qué puede uno leer y qué no puede leer (en este caso la magnífica publicación crítica Carta de Cuba) yo debo resultarles un cliente fastidioso.
Según me comunicaron compatriotas de Miami, hace varios meses debía haber recibido algunos materiales impresos de la Universidad Internacional de la Florida, que jamás han llegado a mis manos. Seguramente también decomisados.
Hay otro hecho: El compatriota, cubano de gran valía y fibra patriótica que es Ignacio Castro Matos, coordinador general del Partido del Pueblo, residente en Miami, me hubo de enviar su equipo de fax personal. Lo hizo llegar a través de otro gran cubano que vive en Los
Angeles, Antonio Peña Martínez, el que al arribar a Cuba en visita familiar tuvo que dejar el equipo de fax diez días depositado obligatoriamente en la Aduana, debiendo dejar por escrito dirección y teléfono donde sería instalado. Al cabo de ese tiempo, no
sólo tuvo que pagar 100 US dólar para poder extraerlo, sino que cuando lo trajo a mi casa pudo constatar con sus propios ojos que estaba completamente estropeado, forzado. Al extremo que quedó inservible. Entre otros daños le sabotearon la llamada Regla de Lectura,
mecanismo electrónico que es como si dijéramos, el cerebro y el corazón del equipo de fax.
Nadie se asombre. Agresiones como ésta son parte del precio que debemos pagar por ser opositores y periodistas independientes, en un régimen caracterizado por la intolerancia política.
Sé que oculto en su equipaje, burlando la Aduana, algún buen amigo del pueblo cubano hará llegar a mí casa Carta de Cuba y cualesquiera otras publicaciones disidentes que nos ponen en contacto con el mundo. Estoy seguro. Sin Aduana.
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