Convención Cuba 2000. Turismo de una sola avenida
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, mayo - Cerró sus puertas la XXI Convención de Turismo, Cuba 2000, que tuvo por escenario el pabellón de exposiciones del Palacio de las Convenciones, en el antiguo Reparto Country Club.
Participaron alrededor de 600 expositores de 42 países y por primera vez de todos los continentes, aunque el Caribe, importantísima región turística y de enlace intercontinental, tuvo pobre asistencia. Sólo trece.
Las representaciones mayores procedían de España, Argentina, México, Canadá, Italia, Francia, Gran Bretaña y Panamá.
Prueba de la relevancia que dio el gobierno de Cuba al evento está en la asistencia de importantes funcionarios del Estado, entre éstos el Ministro del Turismo, Ibrahim Ferraraz y de los vice presidentes del Consejo de Ministros, José Ramón Fernández y Pedro
Miret.
Según el Ministerio del Turismo, esta Convención dejó resultados altamente satisfactorios. Martha Maiz, Vice Ministra, acotó que más de 150 nuevos contratos fueron firmados con turoperadores de 24 países. Pero además, han quedado aseguradas
todas las instalaciones turísticas para el invierno de este año. Precisamente, la temporada alta.
En la Convención 2000, Cuba hizo énfasis en el ramal extra hotelero. En particular, el náutico y también ha insistido en la concepción multidestino como complemento del turismo caribeño.
Pero lo que más ha llamado la atención es la proyección oficial del producto turístico cubano como un todo integral. Incluye disfrute de las bondades de la naturaleza, preocupación ecológica y (parece sarcástico) adentrarse el turista en las raíces
que conforman la autenticidad del pueblo cubano.
La realidad es bien distinta.
Cierto es que nuestro pueblo ha sido reconocido siempre por sus dotes de hospitalidad. Además es culto y bien instruido. Pero el régimen de intolerancia que gobierna al país no permite obsequiarle al visitante lo único de que es rico, a pesar de sus actuales
miserias: amistad y gracejo de pueblo.
El turista no podrá adentrarse a las auténticas raíces que dan fisonomía propia a la nación cubana porque cualquier amago siquiera de acercamiento de un nacional a un extranjero, está rígidamente perseguido y aún penado como "delito",
muy real y efectivo, aunque no aparezca en Código legal alguno, y que han titulado "Acecho al Turista", sancionado con multas muy altas, actas (policiacas) de advertencia pre delictiva, y hasta prisión.
O si no, quien pretenda la aproximación ya se sabe que será considerado, tratado y enjuiciado como practicante de prostitución (jineterismo), o proxenetismo, por lo cual tanta gente, en especial jóvenes han ido a parar a prisión.
A veces sin que llegue a percatarse, el turista extranjero tiene tendido alrededor suyo un inexpugnable cerco de terror y aislamiento.
Otro aspecto novedoso que trajo la parte cubana a la Convención como propuesta de nuevos productos turísticos fueron: el carnaval (que de tanto expurgarlo ha perdido su auténtica sabia folklórica) y eventos eminentemente políticos, con los pomposos títulos
de Pedagogía, Globalización, Solidaridad, que estarán dispuestos desde ahora como unos paquetes turísticos más.
Pero, en este y todo evento anterior, a los turoperadores "escapa" siempre un simple "detalle", de tan interesados como están sólo en la obtención de fáciles ganancias. Ningún plan turístico incluye para su disfrute al cubano del
patio, aunque dispusiera de dinero, que lo hay para algunos.
Por eso es lícito afirmar que el turismo en Cuba es en una sola avenida.
No obstante, nos gustaría que esas agencias de turismo foráneas incluyeran este poster propagandístico: "¡Conozca a Cuba, el último reducto stalinista en América!"
Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
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