Una recuperación que no llega
Lic. Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, mayo - El 8 de mayo, después de un prolongado período de cinco meses, los 110 centrales funcionando en la zafra 1999-2000 llegaron al volumen planificado de 4 millones de toneladas de azúcar. Un monto que la industria procesaba en 1919, cuando Cuba sólo
tenía 2 millones 800 mil habitantes.
Sin embargo, lo sorprendente no es la menguada cantidad de azúcar obtenida, pues desde diciembre se conocía la meta a lograr, sino que los parámetros de eficiencia alcanzados fueran tan lamentables a pesar de las excelentes condiciones meteorológicas existentes
durante toda la campaña y de las medidas tomadas por la dirección del Ministerio del Azúcar.
Así, la utilización de las capacidades fabriles hasta el 8 de mayo fue del 71 por ciento. Igual a la zafra anterior, y muy por debajo del 80 por ciento programado.
Respecto al rendimiento industrial se ha obtenido un índice de 11,22. Como punto de referencia debe señalarse que desde 1935 hasta 1958 nunca se realizó una zafra con rendimiento industrial inferior a 12. Incluso, en ese período, se efectuaron cuatro con índices
superiores a 13.
Como se apuntara anteriormente, sólo molieron 110 de los 156 ingenios existentes y se supone que debieron ser los más eficiente para procesar la caña. Además, esta concentración productiva debió permitir un mejor suministro de la gramínea a los
centrales en funcionamiento; factores que hacen más difícil comprender la razón de la mediocridad persistente en la industria azucarera.
Además, la utilización de las capacidades instaladas y el rendimiento industrial serán todavía inferiores a lo alcanzado hasta el 8 de mayo por seguir moliendo un número de centrales. A partir de la segunda quincena de abril comienza a reducirse el nivel de
sacarosa de la caña, proceso que se acelera en mayo, lo cual disminuye sensiblemente el rendimiento industrial. Con las lluvias de primavera se hace más difícil el abastecimiento de materia prima a los molinos, a lo que se agrega el lógico cansancio de los macheteros y
otros trabajadores agrícolas e industriales después de una zafra tan larga y los efectos de las altas temperaturas en que deben laborar. Por último, el incremento de las roturas de los equipos de corte, transporte y tecnológicos a causa del prolongado uso y su mala
conservación. Factores todos que inciden en un descenso en la utilización de las capacidades.
Con respecto a los rendimientos agrícolas, la prensa no ha brindado información. Una señal inequívoca de que los resultados no fueron satisfactorios.
El promedio a que se aspiraba llegar era de alrededor de 40 mil arrobas por caballería (33,8 toneladas por hectárea). Una meta muy modesta si se tiene en consideración que a nivel internacional los rendimientos promedios por hectárea rebasan las 60 toneladas.
La Habana, Matanzas y Cienfuegos -provincias tradicionalmente azucareras- no cumplieron sus planes alegándose que sus estimados de caña a moler eran erróneos. Ello podría denotar que los rendimientos por área a cosechar fueron inferiores a lo planificado, y
lleva a pensar que la situación de la agricultura cañera continúa en crisis, con decenas de miles de caballerías con rendimientos por debajo de las 30 mil arrobas (25,4 toneladas por hectárea).
En conclusión, puede afirmarse que a pesar de la disminución de las costosas movilizaciones de trabajadores desde la ciudad hacia las plantaciones, el pago de la calidad de la caña suministrada y la estimulación por la calidad del azúcar elaborada, así
como condiciones climatológicas óptimas; la zafra azucarera 1999-2000 deja mucho que desear. Resulta evidente que la recuperación no acaba de llegar.
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