CUBANET ...INDEPENDIENTE

22 de mayo, 2000



La ley de los naufragios

Ricardo González Alfonso

LA HABANA, mayo - ¿Considera usted que exista alguna relación entre Confucio, los bomberos y la Ley de Ajuste Cubano? En mi opinión, sí. Y me atrevo a más, afirmo que la respuesta puede ser el contexto -o el pretexto- para una negociación entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos en materia migratoria. ¿No lo cree? Veamos.

En Washington se promulgó esa legislación en 1966 para conceder el status de residente a los ciudadanos de Cuba que habían emigrado a partir del 1ro. de enero de 1959, siempre que permanecieran en el territorio norteamericano durante un año y un día. Fórmula que aún está vigente.

En un principio se exiliaron en los Estados Unidos muchos cómplices de la dictadura de Fulgencio Batista, y después los hacendados, industriales y comerciantes afectados por las confiscaciones. Posteriormente partieron profesionales, artistas, campesinos, obreros, empleados y desempleados públicos; y hasta luchadores contra el batistato, decepcionados por el inesperado rumbo comunista que tomó la revolución. Más tarde, en 1965, emigraron los parientes de aquéllos y de éstos en el llamado éxodo de Camarioca cuando aún no se había aprobado la tan alabada o condenada disposición la cual, en mi criterio, ni es tan culpable ni tan inocente.

Si somos honestos, y no padecemos de amnesia social, recordaremos que hasta 1959 arribaron a Cuba emigrantes de España, Haití, Jamaica, Islas Caimán, Europa del Este, Siria, Líbano, China, Estados Unidos y hasta del Japón. Unos triunfaron y otros fracasaron, pero todos vieron en Cuba el país de la esperanza. El mismo país que, actualmente, tiene la quinta parte de su población diseminada por el mundo.

Claro, desde hace cuatro décadas los extranjeros no han dejado de arribar a este país para residir durante meses o años; pero, eso sí, no son peregrinos por cuenta propia sino huéspedes del Estado cubano. Proceden, sobre todo, de Asia, Africa y Latinoamérica; y vienen a estudiar carreras universitarias o a entrenarse como guerrilleros. Después regresan a sus respectivos países a llevar conocimientos o guerras. ¿Podrá considerarse esta hospitalidad internacionalista una Ley de Ajuste Mundial?

Lo cierto es que los gobernantes tildan a la legislación de marras de "diabólica máquina de matar", y la culpan de estimular a miles de náufragos voluntarios a cruzar el anchísimo Estrecho de la Florida. Algunos lo logran si no son interceptados por los tiburones o por el mal tiempo, la deshidratación o, en el mejor de los casos, por los guardacostas estadounidenses, que los devuelven a Cuba en virtud de los acuerdos migratorios del 94.

Pero, ¿es la Ley de Ajuste Cubano la responsable de las salidas furtivas? En mi opinión, influye pero no determina. ¿Se lanzaría usted de un quinto piso sólo porque abajo lo espere un grupo de bomberos con una malla de protección? ¿O lo haría porque su vida está en llamas? Estimo que el factor determinante es el desajuste cubano en el trípode político, económico y social. No lo dude, también existen naufragios en tierra.

Los dirigentes cubanos enarbolan el respaldo de las masas como prueba de la justeza de su reclamo. Obviamente, las multitudes pueden ser movilizadas para el bien o para el mal. Es el don del totalitarismo, y no un buen argumento. ¿Se justifican los crímenes de Hitler, Mussolini, Stalin o Mao por su poder de convocatoria? Sin embargo, en el caso que nos ocupa soy partidario que deroguen esa ley. Es más, tengo la convicción que es el gobierno de La Habana el que necesita que perdure el ajuste que tanto critican.

Si no existiera un elemento que influya en la emigración ilegal como es la posibilidad de la residencia norteamericana, y persiste el factor determinante: el desajuste nacional, ¿cuál sería la reacción de esos individuos audaces, tan desesperados por mejorar sus vidas, que son capaces de desafiar hambre y sed, tiburones y marejadas?

Tal vez en una negociación entre las dos naciones implicadas, el vecino del Norte esté dispuesto a eliminar esa ordenanza de estimulación emigratoria a cambio de que sea abolido el decreto criollo de conceder o no a los cubanos el permiso de salida definitiva. Tengamos en cuenta que esa autorización conocida como "tarjeta blanca" atenta contra el Artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, mientras que la disposición estadounidense pudiera cobijarse en el Artículo 14 de dicha Declaración.

Sí, la Ley de Ajuste Cubano por la tarjeta blanca. ¿No sería un cambio justo?

Y usted se preguntará, ¿qué tiene que ver Confucio con todo esto? "Gobernar significa rectificar", sentenció el sabio chino.



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