La capital de las rejas
Eduardo G. Estrada, ANC
LA HABANA, mayo - Para los capitalinos esta época obliga a ser precavidos. Cada vez se hacen más comunes los hurtos con fuerza o violencia en las viviendas. ¿Cómo protegerse de los rateros?
Enrrejados de hierro en puertas y ventanas ha sido la respuesta ciudadana.
Alejo Carpentier, cúspide de la narrativa cubana durante el siglo XX, en vida llamó a La Habana "la ciudad de las columnas". Más adelante, el deterioro de su casco histórico mayoritariamente apuntalado con vigas de madera hizo que la crítica
internacional la calificará de "ciudad en muletas". Ahora, herrajes, cercas y otros medios de seguridad origina que muchos califiquen a esta ciudad como "la capital de las rejas".
¿Por qué el aumento de los actos delictivos?
¿Necesidad o corrupción? Cualquiera de estas dos opciones es acertada, incluso ambas a la vez; no obstante, la incapacidad del régimen de los comunistas es el motivo mismo de la explosión delictuosa.
Reformas económicas de apertura al inversionista extranjero y la dolarización de la economía han sido estrategias gubernamentales para escapar de la crisis, pero ¿qué resultados se han obtenido? Un esplendor económico que se hace falso al chocar con la
enajenación social existente.
Para muchos adolescentes la mejor salida es delinquir. Robar en casas, en comercios estatales o privados, atacar transeúntes para despojarlos y otros hechos de violencia son cotidianos. Está claro que la delincuencia juvenil no es algo endémico de Cuba; sin embargo, su
auge está dando lugar a un fenómeno muy singular: la destrucción de la arquitectura. Una situación sin precedentes en nuestra historia. Puertas y ventanas de hierro con protectores de barrotes de acero o enrejados proliferan continuamente por las barriadas capitalinas.
La Habana dejó de ser la ciudad de Alejo Carpentier y la segunda Madrid de García Lorca, se convirtió en la capital de las rejas, de burdas rejas fabricadas hasta con cabillas de construcción.
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