Cristo no es político, sino Señor
Rev. Ernesto Iturriaga, Cuba Voz
LA HABANA, mayo - Ahora resulta que por un creyente plantear la verdad, y señalar con alarma problemáticas nada cristianas de la nación donde reside y preocuparse por los derechos de los creyentes, es un político.
Aquellos que realmente se manifiestan en el panorama político de la república cubana de una manera pacífica, proponiendo fórmulas o exhortando a cambios no son políticos sino "contrarrevolucionarios" (¿?). Si alguno es encarcelado por causa de
sus ideales y convicciones que en determinado momento lo llevaron a realizar acciones políticas pacíficas o expresar las mismas en medios de prensa no gubernamentales (en el extranjero, porque en Cuba todos los medios son del gobierno de Fidel Castro); no es un preso político
sino "un preso común que ha cometido un grave delito".
Sin embargo, aquellos religiosos que incursionan en la política cubana ostentando orgullosos un carné del Partido Comunista o militan en alguna de las pro gubernamentales organizaciones del país; no son políticos sino sencillamente "creyentes revolucionarios".
Al analizar esto y algunos otros hechos de la actual realidad cubana no cabe duda alguna que en Cuba las palabras "política" y "político" han sufrido enormes modificaciones en su acepción común, que le han dado un nuevo y además preocupante
significado.
"Meterse en política" es el calificativo usado contra los cristianos que se preocupan en un momento dado por los problemas que afrontan los creyentes en el país que los vio nacer. Derechos humanos, libertad y tolerancia religiosa parecen malas y groseras palabras que
-según estas mentes- harán acreedor al que las defienda de las peores penas y castigos en el infierno; sin embargo, aplauden con entusiasmo a religiosos que participan en una marcha o en un acto político vociferando palabras y consignas nada cristianas contra el prójimo
y que sí constituyen un pecado en la boca del creyente.
La Biblia manda a dar la debida honra al rey, no a mezclarse con el rey. Manda a orar por el rey y los gobernantes, no a seguir al rey y a los gobernantes. Vale la pena preguntar a quién defiende un religioso que milita en partidos políticos y organizaciones afines propugnando sus
ideas y criterios en vez de predicar a Cristo. Nadie puede servir a dos señores -reza un pasaje bíblico- porque amará más a uno, y menospreciará al otro.
Al seguidor de Cristo siempre lo van a caracterizar hermosas cualidades entre las que sobresalen el amor, la humildad y la tolerancia a su prójimo. ¿Puede tener esos frutos una persona que califique sin miramientos a su prójimo de traidor y vendido? ¿Muestra esos dones
quien juzgue a su vecino de gusano y oportunista?
Se podrán aducir, desde luego, razones y causas excelentes en defensa de los valores más sólidos que se crean, pero el Apóstol Pablo advierte: "Si no tienes amor de nada te sirve". Y aún el propio Señor Jesús dijo: "¿Por qué
me dicen Señor, Señor, y no hacen lo que yo digo? No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino aquél que hace la voluntad del Padre".
Cristo nunca fue político, sino Señor. Y sus seguidores no pasaron a la Historia defendiendo sistemas que negaban a Dios y reprimían sin causa a Iglesias y creyentes, sino que padecieron martirios por anteponer su creencia a ideales y por llamarse cristianos. Obedecieron
hasta la muerte a Dios y no a los hombres, dejando el ejemplo digno de seguir. Y como dice la Biblia: "El que tiene oídos para oír, que oiga".
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