¿Y tú, de qué te ríes?
Leonel Belette, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - La ya tradicional fiesta de brujas del humor, Aquelarre, quedó suspendida. Ese importantísimo evento, donde se revelan las nuevas figuras y se enriquecen las consagradas, debió tener lugar en marzo y la nueva fecha se estima para junio, aunque aún no
está confirmada. El motivo oficialmente esgrimido para privarnos de sonreír es que Cuba no está de humos en estos tiempos. ¿Emerge entonces el caso Elián como culpable?
Si desde diferentes ópticas nos adentramos en la historia de ese festival, encontramos las huellas de un camino tortuoso que frena el desenvolvimiento del género en Cuba con métodos que van más allá de una cuerda de censura.
La fundación del movimiento, convertido posteriormente en Centro Promotor del Humor, estuvo a cargo de Virulo (nombre artístico de un popular cómico cubano) en 1988 durante una puesta en escena de Don Juan Tenorio en el teatro Acapulco. En sus inicios pertenecía a la
Asociación Nacional de Espectáculos, y se destacaban figuras como Ulises Toirac y grupos como "Cuchilla", "Nos y Otros", "Salamanca". En mayo de 1992 surge el primer y único Festival de la Canción Humorística, en el Teatro América,
organizado por Eduardo Rómulo. Las grabaciones llegaron a Radio Martí y empezaron a rodar cabezas.
Luego de dos conciertos de Pedro Luis Ferrer, el Departamento de la Seguridad del Estado (DSE) comienza una fuerte represión que culmina cuando la Empresa del Cine decide que el Acapulco es un cine y no un teatro y pasa a los humoristas a lugares más pequeños, como el vestíbulo
y la sala de video. Súmese a esto que ya en septiembre de 1991 Carlos Aldana, el destituido presidente de la Comisión Ideológica del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), había suprimido la programación humorística de la televisión
al sacar del aire programas como "Ajiaco", "Los Domingos no están contados" y "En confianza".
El órgano represivo (DSE) tomó la iniciativa de sabotear los espectáculos del Acapulco con sus hombres. En las salas de video sólo hay catorce asientos y ellos ocupaban once. Su boleto era el carné del Ministerio del Interior (MININT). Como la sala es muy pequeña
era imposible trabajar con once "segurosos" hablando.
Fue así hasta que en diciembre, durante el Festival de Cine (Latinoamericano), Ulises Toirac y Marcos García deciden comprar todas las entradas y repartirlas al público, quitándole a la policía política, de esta forma, la posibilidad de sabotearles el
espectáculo. Todo terminó en una discusión a golpes en la calle, y se suprimió la oportunidad de presentar obra alguna en el teatro aunque sí se permitían los ensayos.
El año 1993 trajo el primer Festival Aquelarre, auspiciado por la Asociación Hermanos Saiz en su papel de sucursal para la cultura de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). "Nos y Otros" se presentó con una obra titulada "El Mago". Fue
aceptada en el ensayo, pero luego se apareció Fernando Rojas con que de arriba venía la orden de que no se podía presentar. De inicio "Nos y Otros" no recibió apoyo de sus camaradas -con un concursante menos habría más premios. Pero, en la noche
del 27 de diciembre, cuando el actor Marco García llega al escenario denuncia el atropello ante la sala abarrotada, y en solidaridad con sus hermanos se retira sin presentar su número. La sala se cayó en aplausos, y a los enemigos del humor se les cayó la máscara.
En remordimiento, el jurado decide darle el premio a "Nos y Otros" a pesar de que nunca pudo actuar el grupo.
En 1994 la Unión de Jóvenes Comunistas decide que no puede haber Aquelarre, y justifica esa disposición celebrando gran cantidad de actividades programadas en el mes de diciembre. Los humoristas se dan a la tarea de buscar otro organizador, y lo encuentran en la Unión
de Periodistas y escritores de Cuba (UPEC). Allí se funden a la Asociación Cubana de Humoristas, creada por los caricaturistas y dirigida por Miguel Betanzos. Por obra y gracia de los mecanismos estatales, la UPEC se retracta de organizar el festival. Gracias tal vez a las muchas súplicas
hechas por Miguel Betanzos y Orlando Cruzata se autorizan diez días de humor, claro está que sin premios, sin carácter de festival, y bajo la dirección de Iris Gorostola.
El 28 de enero de 1995, en medio de la Marcha de las Antorchas, Eduardo Duinadios le comunica a sus compañeros que días antes se dejó fundado el Centro Promotor del Humor y que él era el director con Iris Gorostola en la subdirección. No todos los humoristas
podían entrar; sólo los escogidos.
La Asociación Cubana de Humoristas continuó paralela al Centro Promotor del Humor, y de ese modo se lograron avances importantes para los actores. Uno de ellos fue lo referente al pago. Primero se logró una fórmula de cobro a través del derecho de autor, luego
con el cobro del 50 por ciento de la taquilla, y hoy es el humorista el que decide el precio de su obra y la empresa sólo toma el 20 por ciento.
En 1996 y 1997 se celebra el Festival y Duinadios parte hacia Chile. Se produce una serie de pugnas internas por el poder y Duinadios pasa el Aquelarre de 1998 en el público. A Iris Gorostola le aplican la Ley 36, y más tarde le ofrecen un cargo administrativo que no aceptó.
Se quedó en su casa. Al final se ratifica a Duinadios como director.
En el año 99, de mutuo acuerdo entre los implicados, se concluye que diciembre es un mes muy cargado. No sólo se dificulta el transporte, sino que también hay una serie de actividades que roban espacio, como el Festival del Cine (Latinoamericano) por lo que se pospone para
febrero-marzo del 2000. Pero, ahora, Cuba no está para risas. Hay que esperar que se normalice la situación.
Me hago eco de las palabras de Marcos García de que "en este país son tan necesarios los humoristas como los macheteros". Aquéllos nos hacen ver nuestras faltas como seres humanos desde ópticas diferentes, y por curar nuestra ceguera con la invitación
a la reflexión es que a ellos les temen. A los hombres poderosos no les agradan las burlas, pero no hay pretexto válido para impedirle a un pueblo que ría. Con eso sólo se logra que cada vez los errores se vuelvan más serios.
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