El sitio en que tan bien se está
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - Recientemente concluyeron las celebraciones de la Semana Santa. Durante varios meses la Iglesia Católica ha efectuado múltiples festejos por el año de Jubileo decretado por la Santa Sede.
En Cuba se puede observar un ostensible incremento de las personas, sobre todo jóvenes, que acuden a los templos a participar en los eventos religiosos. Las publicaciones eclesiásticas dan fe del aumento de bautizados, tanto adultos como recién nacidos, y de los que toman la
Primera Comunión. Sin lugar a dudas este fenómeno resulta positivo, el hecho de que cada vez se acuda más a la iglesia significa que ha fracasado el ateísmo científicamente fundado que el régimen pretendió inculcarle al pueblo.
Pero esto debe ser analizado profundamente. ¿Significa que la población cubana se vuelve más cristiana? ¿Hay un verdadero aumento de la fe o es sólo de la práctica religiosa? ¿En la misma proporción a ese incremento aumentan las conductas humanas
regidas por valores cristianos? Este es un debate que ahora mismo se está dando en el seno de la propia Iglesia. Lo que acontece en Cuba ocurrió en varios Estados ex-socialistas.
No puede negarse que la Iglesia aumenta su presencia en el país, aunque siempre dentro de su propio marco. No existen aún medios modernos de difusión nacionales a los cuales tenga acceso, como la radio y la televisión. Tampoco instituciones de enseñanza regular
que sean religiosas. Sin embargo, ya nadie necesita, como en otros tiempos, esconderse para bautizar a un hijo o enviarlo al catecismo.
Las comunidades religiosas son espacios donde las relaciones interpersonales se rigen por códigos diferentes a los que imperan en la sociedad. Eso le da un atractivo poderoso en sistemas sociales como el imperante en Cuba, de ahí que muchas personas acudan al seno de esas
comunidades en busca precisamente de ese ambiente distinto.
La experiencia de otros países ex-socialistas demostró que una vez superados esos regímenes y libre la sociedad, la Iglesia comenzó a disminuir en membresía, como si hubiera perdido su atractivo.
Hace días, al preguntarle a jóvenes miembros de una comunidad católica por qué se sentían bien en ese medio, me respondieron: "Es el único lugar donde podemos compartir con libertad y hablar lo que pensamos".
No es desdeñable que esto sea así. De cualquier modo es provechoso que los jóvenes encuentren un sitio donde sean ellos mismos. Pero sería también muy positivo que los valores de amor al prójimo, el espíritu solidario, la honestidad, la fidelidad
y demás enseñanzas de Jesús, también llegaran a las personas para quedarse. Entonces, se estaría contribuyendo en los templos a sembrar las bases de una Cuba mejor.
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