Efluvios y advertencias de la Cumbre Sur
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, abril - Arthur M. Banefo, presidente del Grupo de los 77, un mes antes había dicho en La Habana: "La Cumbre Sur será un acontecimiento histórico". No se equivocó. Esta concertación por primera vez de 133 países (las cuatro quintas
partes de la humanidad) no es posible ya, ni conveniente, ignorarla. Grecia y Roma sucumbieron por los embates de los Bárbaros. Las neo Grecias y las neo Romas de hoy, pueden caer ante el empuje de los actuales "bárbaros" del Sur.
Demostraciones inobjetables son, entre otras muchas, la fuerte presión migratoria hacia los países ricos, guerras intestinas (que en ocasiones se tornan regionales) y caídas de Bolsas de Valores, que ponen en precario la estabilidad de países ricos y pobres.
Esta primera Cumbre Sur (¡precisamente en La Habana!) es una tea incendiaria. Del choque de pedernal y eslabón puede brotar la chispa que incendie la pradera. ¡Cualquier chispa podría ser!
Una agencia internacional de noticias (DPA) hace un par de días, dio la noticia: "Unas 700 personas armadas ocuparon una de las mayores plantaciones de tabaco de Zimbawe, propiedad de capitales austriacos. También en Wedza fueron incendiadas otras varias hectáreas.
Algunas granjas de blancos fueron ocupadas en días recientes".
Es preciso tender puentes ¡ya! Puentes de racionalidad y cooperación entre Norte y Sur. Nada de disyuntivas.
A pesar de la pluralidad de criterios y desniveles de desarrollo económico, la Cumbre de La Habana creó las bases, institucionalizadas ahora, de estrategia frente a naciones más desarrolladas. Organiza y moviliza.
En ese mismo sentido se inserta la Cumbre del Milenio convocada por la ONU para este año en New York, que será como una especie de otra confrontación Norte-Sur. En tanto, la Cumbre Sur volverá a un reencuentro a nivel de jefes de Estado dentro de cinco años.
Las relaciones Norte Sur (uno de los cuatro temas centrales de la Cumbre) deberá ser considerado por politólogos y gobernantes que diseñan la política de sus países con la mayor atención y rigor. Igual que el otro tema cardinal: las relaciones
Sur-Sur.
De lo contrario, el mundo estará cada vez más próximo a una nueva guerra planetaria, que cuando comience no tendrá cómo acabar. Por varios siglos, pero en especial en las últimas décadas se ha ido acumulando demasiado explosivo social.
La globalización relaciona estrechamente países y zonas geográficas. Al punto que nuestro planeta ha quedado reducido casi a la condición de aldea. Desconocer esta realidades no es la solución.
Ni el Primer Mundo podrá echar sobre sus espaldas a los países pobres, ni éstos podrán permitirse continuar en absoluta dependencia de los países ricos.
El apotegma expresado por Kofi Annan en la reciente Cumbre de La Habana da la idea precisa: "Deberíamos estar en condiciones de ayudar a los pobres a arreglárselas por sí mismos. Enseñarlos a pescar en lugar de darles pescado".
Es una utopía pensar que el Sur pueda desarrollarse sin tecnologías ni tecnólogos. Sin científicos. Tampoco puede ya esperar veinte años más.
La disparidad entre Norte y Sur es abismal. El foso hay que llenarlo pronto. Las fórmulas pueden ser múltiples. Algunos países emergentes de Asia lo demuestran.
Además, relevante papel podría desempeñar el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PENUD) y tantos otros programas integrales de la ONU y de otros organismos regionales.
Proyectos muy interesantes fueron en su momento, especialmente en materia de salud, aunque luego desnaturalizados e inoperantes, los Cuerpos de Paz y la Alianza para el Progreso. Debieran ser re-considerados y actualizados.
En la Segunda Guerra Mundial, Europa quedó totalmente devastada. Apenas disparados los últimos cañonazos entró en acción el más gigantesco plan de reconstrucción de todos los tiempos, que tomó su nombre de su propugnador, el General
norteamericano George Marshall, que levantó a Europa después del conflicto bélico.
Ni siquiera Alemania, en completa ruina, el país enemigo vencido, fue excluida del Plan Marshall, del que recibió la enorme suma entonces de mil 390 millones de dólares, gracias a cuya ayuda inmediata de socorro y a su laborioso pueblo es hoy una de las naciones más
prósperas y poderosas del planeta.
El Sur está urgentemente requerido de un gigantesco y multinacional Plan Marshall, que por supuesto, deberá estar claramente condicionado al respeto de los derechos humanos, la libertad y democracia, no para financiar regímenes de fuerza.
Por cierto este tema ni siquiera fue esbozado por la Cumbre en su agenda.
Al contrario, la dictadura cubana evidentemente obtuvo tangibles beneficios políticos.
La reunión cimera en La Habana aprobó un llamamiento dirigido a Estados Unidos en favor del levantamiento del embargo; aunque no hubo llamamiento alguno (que se sepa) para que Castro levante el embargo que le tiene impuesto a su pueblo por cuatro décadas.
Es paradójico que el plenario "rindió homenaje al Comandante Fidel Castro por sus méritos históricos y por el papel activo desempeñado en el plano internacional".
En la Cumbre fue muy aplaudida también la Resolución de Reconocimiento a Castro por la cooperación con los países del Tercer Mundo.
En especial por el ofrecimiento de 3 mil médicos para la asistencia a países subdesarrollados, lo que forma parte de las 71 propuestas de Cuba ofreciendo cooperación internacional.
A fines de la década del 50, Fidel Castro, alzado en la Sierra Maestra, bautizaba hijos de campesinos, disponía de un Capellán y permitía que sus barbudos combatientes llevaran rosarios puesto al pecho. Fue una forma de engaño.
Sus huestes de hoy transitan por intrincados parajes de Asia, Africa y América Latina, con la diferencia que hombres y mujeres visten la blanca bata de médico, la que no deja ver debajo un etéreo uniforme militar verde olivo, y en vez de cruces y rosarios llevan puesto al
cuello sus estetoscopios.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente.
|