El misterio de las estadísticas
públicas
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, marzo Uno de los aspectos diríase ofensivos con que
lidia el cubano de a pie para comprender su dura y cotidiana circunstancia es el
referido a la credibilidad de las estadísticas oficiales a las cuales
tiene acceso. No se trata solamente del derecho de informarse, sino, además,
de si los informes deben considerarse creíbles, habida cuenta de notorias
contradicciones. La Constitución de la República consagra el
principio de rendición de cuentas de elegidos a electores. Pero si las
estadísticas son falsas, o erróneas de buena fe, ¿de qué
rendición de cuentas puede hablarse?
Partidarios de Fidel Castro acostumbran a justificar la comprobada
existencia de estadísticas como ésas, difundidas alegremente por
la prensa oficiosa de la Isla, con el socorrido argumento de una "razón
de Estado", en virtud de la cual asiste derecho de "desinformar al
enemigo" léase Estados Unidos, aún cuando es vox populi
que ese país cuenta con la maquinaria informativa y de espionaje más
poderosa del planeta. Dichos partidarios terminan, siempre, por caer víctimas
de sus propias palabras. Por lo general, los primeros desinformados son ellos.
No obstante, déjese a nada menos que Raúl Castro una opinión
categórica. El dijo en 1994 que "ni siquiera al enemigo se le debe
mentir, para que respete nuestras opiniones públicas cuando las exponemos".
Castro II, quien por los días de esas palabras también llamó
a "volar en pedazos la mentira", y quien nada tiene de tonto, precisó
bien claramente que trataba de "opiniones públicas"; lo cual
quiere decir, también, informaciones públicas. Lógico; en
Cuba existe una amplia y definida legislación sobre secretos estatales, a
mi juicio exagerada, pero supuestamente capaz de "no informar al enemigo"
y sí al ciudadano.
Engolfarse en las estadísticas cubanas puede parecer juego malévolo,
operación disidente enfilada contra el gobierno de Cuba. Tal hipótesis
me ha sido señalada por algunos de mis lectores, quienes han notado en
mis trabajos una suerte de persecución de los contradictos numéricos.
Nada de eso: los descubro así de simple- tratando de hacer
periodismo veraz. Sólo que, entonces, me indigno. Como periodista, pero
en primer lugar como ciudadano. Se hace noticia desenmascarar algo que si no es
falso, se le parece. A fin de cuentas, yo también tengo derecho a "volar
en pedazos la mentira".
Ejemplo reciente puede hallarse en mi artículo "Cuba: incógnitas
del ¿crecimiento?, donde un elemental seguir de la evolución del
producto interno bruto, según las diferentes cifras hechas públicas,
mostró descuadres apreciables. Similares ocurrencias he tenido al
estudiar datos de la ganadería, el empleo o el comercio exterior, todos
puntos mucho más importantes que las dificultades contables referidas al
número de vendedores de maní habientes en la Isla, si es que
quiere entenderse la seriedad del asunto.
Para ser franco, mi asombro crece ante el modo a veces torpe con que la
prensa oficiosa mina su credibilidad, al abordar lo estadístico cubano.
Una especie de fórmula parece haberse consagrado, según la cual
ciertos números sólo son publicables como "más de"
o "menos de". Eso está bien para radio o televisión,
donde las palabras se las lleva el viento. ¿Pero en prensa plana, como
ocurre a diario en Granma o Trabajadores? Un dato exacto, de acuerdo con mi
experiencia, puede ser motivo hasta para jolgorio y borrachera. No exagero: si
el Granma reporta una ocupación total de 3753,6 miles de personas, y de
ellas alrededor de 43% son mujeres, cabe deducir un aproximado de un millón
614 mil féminas laborando. Luego, Trabajadores afirma: "más
de un millón trescientas mil". Una bagatela de 314 mil trabajadoras
desaparecidas.
Definitivamente, este misterio de las estadísticas públicas de
Cuba me hace recordar un refrán: "primero se coge a un mentiroso que
a un cojo".
Yo, como se sabe, soy cojo.
Anexo *
Los interesados en incursionar en las estadísticas oficiales cubanas
tienen en el siguiente ejemplo nuevas pruebas de sus contradicciones, referidas
en este caso al comercio exterior.
De acuerdo con lo informado por el ministro de Economía José
Luis Rodríguez a las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular,
el comercio exterior de Cuba creció como sigue:
Cuadro 1: Crecimiento del
comercio exterior (%)
Indicador |
1996 |
1997 |
1998 |
1999 |
Importaciones |
33,3 |
19,9 |
4,0 |
- 3,0 |
Exportaciones |
30,0 |
0,6 |
- 11,0 |
- 4,0 |
Si se aplican dichos porcientos a las cifras de comercio exterior de 1995
informadas en el libro "La economía cubana: reformas estructurales y
desempeño en los noventa", de la Comisión Económica
para América Latina (CEPAL), la cual cita a la Oficina Nacional de Estadísticas
de Cuba, el resultado es éste:
Cuadro 2: Evolución del
comercio exterior sobre la base de lo publicado en Granma 13-XI-99 (MP)
Indicador |
1995 |
1996 |
1997 |
1998 |
1999 |
Importaciones |
3187 |
4248 |
5093 |
5297 |
5138 |
Exportaciones |
2687 |
3493 |
3514 |
3127 |
3002 |
Déficit Comercial |
500 |
755 |
1579 |
2170 |
2136 |
Pero si se aplican los mismos porcientos a los datos publicados en Granma
del 13 de noviembre de 1999, según los cuales las exportaciones de 1998
sumaron 1444,4 millones de pesos y las importaciones alcanzaron de 4229,7, el
dato sería éste:
Cuadro 3: Evolución del
comercio exterior según CEPAL e incrementos porcentuales (MMP)
Indicador |
1995 |
1996 |
1997 |
1998 |
1999 |
Importaciones |
2545 |
3392 |
4067 |
4230 |
4103 |
Exportaciones |
1240 |
1612 |
1622 |
1444 |
1386 |
Déficit Comercial |
1305 |
1780 |
2445 |
2786 |
2717 |
Nota
Aclaración: debido a un "error
de traspapele", publiqué cifras incorrectas, las cuales se enmiendan
con la prontitud a que aspira la Cooperativa de Periodistas Independientes. Por
supuesto, disculpas a los lectores, aún cuando el error no cambia lo
esencial en las estadísticas oficiales. Epur contradictio...
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