CUBANET ...INDEPENDIENTE

27 de marzo, 2000



Apuntes sobre comercio externo

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, marzo - Un artículo publicado en la revista oficiosa Bohemia el 22 de noviembre de 1996 apuntó que en 1995 el déficit del comercio exterior cubano ascendió a 1295 millones de dólares, con tendencia a incrementarse, y reveló que durante el primer semestre de 1996 las importaciones aumentaron en 50%, mientras que las exportaciones lo hicieron en sólo 30. A ese ritmo -se pronosticó en el artículo- el déficit comercial isleño igualaría al promedio de los 80, superior a los 2000 millones de dólares.

No obstante las contradicciones presentes en las cifras oficiales del comercio exterior de Cuba, digamos asequibles al compatriota de a pie, si algo de cierto ha ocurrido es la confirmación del pronóstico difundido en Bohemia. Según datos publicados en el diario Granma de 13 de noviembre de 1999, el déficit comercial de 1998 ascendió a 2786 millones de pesos, mayor en unos 592 millones al promedio anual entre 1985 y 1990, pero sin el apoyo financiero exterior de aquellos ¿años felices? Entretanto, los propósitos exportadores del Gobierno de Fidel Castro van lejos de lograr una disminución de esa tendencia, obviamente negativa para el país. Para 1999 se planificó un crecimiento de las exportaciones de 7,2% y una baja de las importaciones en 5,4. José Luis Rodríguez, ministro de Economía, informó que dicho año las primeras cayeron en 4% y las segundas en sólo 3. Cuba baila, señores, en la cuerda floja

Por supuesto, no puede perderse de vista que un análisis de este género, entre cubanos, "tiene sus características". Ante todo, porque dos hechos históricos, la "Intifada" tropical de 1993 y la crisis de los balseros de 1994, demostraron que reducir importaciones a costa del consumo privado TIENE UN LIMITE. Tal fue la esencia de la llamada "opción cero", de la cual hoy ni se habla. Asimismo, el constante crecer de las remesas del Exilio obliga al ejercicio de cierta capacidad importadora de bienes de consumo personal, o de intermedios para producirlos, además de algunos mínimos inevitables a las necesidades de inserción de la economía de la Isla, el turismo en primer lugar. Es posible sustituir importaciones y así reducir el déficit. De hecho, se hace, y no sin eficiencia. Pero es imposible pretender una reducción de las importaciones apreciable, por cuanto nuevas urgencias del desempeño económico de cuba, y nuevas demandas de una población, en parte libre de una distribución totalitaria por la acción de un Prometeo llamado remesas, empujan y empujarán a las importaciones hacia sus niveles de los 80, con toda la terquedad de los hechos.

Ante un esperable y creciente déficit del comercio externo, así, sólo quedan dos caminos: incrementar exportaciones o renegociar deuda externa, tradicional financista de una artificial capacidad importadora, y ambos puntos conflictivos de la actual agenda cubana, sea por razones políticas, sea por económicas. Carlos Lage puede firmar una carta de intención renegociadora, a la altura de Berlín. Pero eso no es renegociar deuda, de idéntico modo que la injusticia presente en el deterioro de los términos de la relación de intercambio no oculta que, por encima de todo, se trata de un hecho. Si Cuba, desde su interior, no despliega alternativas ante esas realidades allá ella.

Desde luego, mayor eficiencia influye. Pero no cabe duda de que lo determinante es un conjunto de problemas estructurales irresueltos. Influyen el embargo y sus derivados; influye la restricción de las remesas y los viajes de turistas norteamericanos a la Isla. Pero determinan la crisis agrícola, el desempleo "voluntario", la incapacidad de atraer inversionistas extranjeros o de movilizar al capital ya atesorado por los cubanos, que oculto en botijas y escondrijos aguarda su oportunidad. Nada de juego, esto último: de acuerdo con CEPAL, una "estimación conservadora situaría el acervo atesorado de divisas en 650 millones de dólares" a fines de 1996, sin contar unos "200 millones acumulados antes de la legalización de la tenencia de divisas".

Una vez más, la serpiente muerde su cola. Cuba presiona por importar, pagando con su trabajo, con su creatividad y de su bolsillo. Cuba profunda, quede claro, hoy sumatoria de Isla y Exilio. Mas, por ahora, pasa el tiempo y nos vamos poniendo viejos. En Isla y en Exilio.



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