CUBANET ...INDEPENDIENTE

27 de marzo, 2000



Gajes del sacrificio

Lázaro Echemendía Martínez, Cuba Press

VILLA CLARA, marzo - Eran las tres de la tarde de un día de marzo del año 2000. Una hora más y vendría mi relevo. Había sido aquél un día especialmente espinoso. Ingeniándomelas como médico del servicio de urgencias para aliviar enfermos, las más de las veces con mi sonrisa y conmiseración como única terapia. Corriendo el humanísimo riesgo de equivocarme -con el gravamen de no disponer de un complementario tan importante como el "Rayo X" o tan elemental como el "hemoglobina". Y entre muchos otros, el dilema de dos pacientes deshidratados y un solo clorosodio -rehidratante básico- disponible.

Embutido en aquella hecatombe de todos los días, alcancé a oír el llanto de una mujer.

- ¿Qué le pasa a ese niño? -le pregunté aludiendo al bebito hambriento de aire que traía entre sus brazos.

- Es hembra -me corrigió- y tiene una crisis de asma. Llevo casi dos horas tratando de salir de Ifrain -un campito cercano- pero no había carro, y tampoco oxígeno. Mira cómo se ha puesto mi niña, se me está poniendo negra.

- Oxígeno -dije a la enfermera y esteto en ristre pregunté: ¿Qué edad tiene?

- Cinco meses -respondió.

- ¿Primera crisis? -volví a preguntar. Y esta vez afirmó con la cabeza.

Auscultando, noté que los pulmones estaban limpios y esto, lejos de reconfortarme, me alarmó sobremanera. Embestía una urgencia pediátrica poco frecuente: Laringitis aguda, y aquí transcribo lo que dicen mis libros.

"El niño está ansioso, con 'hambre de aire'. En casos extremos puede presentar cianosis, y si no se realiza traqueostomía, el paciente cae en estado de relajación con palidez grisácea, y muere".

Por fortuna, la sola aplicación de oxígeno hizo ceder la crisis. La respiración mejoró y el color de la piel volvió a su sitio.

Entonces me sentí más tranquilo. "No te fíes", pensé para mis adentros, y recordé a mi ex profesora Caty. Fue en boca de ella donde por primera vez escuché que tal mejoría puede ser aparente, ya que a veces se debe a la total exhaustación de los músculos de la respiración. "No lo creo", resolví.

La gracia de Dios hizo aparecer un taxi-magia -debería haber sido una ambulancia. "A Santa Clara, al hospital infantil", dije al chofer, pensando reponer en algo el oxígeno con el aire limpio del trayecto -quince a veinte minutos. Calculé mentalmente el lapso del viaje. "Tengo tiempo", pensé. "Todo va bien, tranquilo".

Andando y a poco me percaté de que no podía bajar los cristales. "¿Qué pasa con esto?", pregunté al taxista. "Están rotas las manillas, no bajan", me respondió con pena.

Así es que el oxígeno no tendría repuesto, y las consecuencias no tardarían en llegar.

La niñita tosió, y su falta de aire otra vez in crescendo. Los gritos de la madre lastimando mis tímpanos y yo tratando inútilmente de calmarla, auscultando y tomando una y otra vez la frecuencia respiratoria, mientras repasaba en mi mente los primeros auxilios del paro respiratorio. La piel a amoratarse de nuevo, y yo a acordarme de Dios y a orar.

El taxi, para colmo, parecía estático y a escondidas de la madre hice señas al taxista para que acelerara. "No da más", pronunció con imprudencia, acaso con desconcierto. "Lo tenemos regulado para ahorrar combustible, y más velocidad es imposible".

"Pero ustedes están de guardia en el policlínico para trasladar enfermos", quise decir, pero desistí. La gasolina no da para tanto, me habría respondido como muchas otras veces. Además, no quería alarmar más a la madre; en cualquier caso, mi prudencia estaba de más.

- Lo van a pagar bien caro -gritó sin especificar. Si a mi hija le pasa algo, me las van a pagar. Voy a ir a donde tenga que ir. ¿Tú sabes lo que es que por falta de oxígeno se me vaya a morir mi niña? Anoche fui a la posta médica y tampoco había oxígeno.

"Cosas de la potencia médica", pensé para mis adentros.

Si estuviera fabulando, como suelo hacer, bien diría que creía ver a Caronte en el taxista, pero la realidad es que mi barca parecióme insustituible.

Al punto se me ocurrió una idea: miraría por el retrovisor, y cuando se estuviese acercando un Mitsubishi o cualquier otro carro moderno, diría "párate" al taxista y me lanzaría, esteto en alto, al medio de la autopista para intentar detenerlo, y transbordarnos.

La niña comenzó a hacer pausas respiratorias, y yo no pude menos que olvidar mis planes y dedicarme a ella, auscultando de nuevo y acercando mi oído a su nariz para comprobar si, o cómo, respiraba. En esto nos rebasó un Toyota. "Turismo", leí en su placa. Fue todo lo que alcancé a hacer.

Afortunadamente, faltaba poco y ya en el último tramo antes de llegar a la ciudad, durante el espléndido descenso de una loma, el taxi alcanzó por fin la espeluznante velocidad de ochenta kilómetros por hora.

Sobra decir que Santa Clara me sugirió el paraíso, y el hospital infantil el aliento perdido.

- Tu niña va a estar bien, mamá -dije después de cerciorarme de que sobreviviría.

- Gracias -fue toda su respuesta, pero su mano en mi mano fue más elocuente.



CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

SECCIONES

NOTICIAS
...Prensa Independiente
...Prensa Internacional
...Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
...Inglés
...Alemán
...Francés

SOCIEDAD CIVIL
...Introducción
...Cooperativas Agrícolas
...Movimiento Sindical
...Bibliotecas
...MLC
...Fraternidad de Ciegos
...Seguidores de Cristo
...Estudios Sociales
...Ayuno

DEL LECTOR
...Cartas
...Debate
...Opinión

BUSQUEDAS
...Archivos
...Búsquedas
...Documentos
...Enlaces

CULTURA
...Artes Plásticas
...Fotos de Cuba
...Anillas de Tabaco

CUBANET
...Semanario
...Quiénes Somos
...Informe 1998
...Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887