Hagan juego, señores
Iván García, Cuba Press
LA HABANA, marzo - Idalberto Pérez, de 56 años, cocinero de un hotel cinco estrellas, desde hace quince años intenta probar fortuna. Pérez reside en el reparto obrero del municipio habanero de San Miguel del Padrón y a diario juega una lista de números
en la lotería ilegal. Conocida como "la bolita", reproduce los resultados de la lotería de Miami, en la Florida.
En tres lustros, Idalberto recuerda haber ganado una buena suma cuando acertó un "parlé" o "candado", o sea, cuando dio en el blanco en dos de tres números lanzados por la lotería foránea. En realidad, son más las veces que Idalberto
no acierta.
"La bolita" es todo un negocio en Cuba. "Cuando uno liga un 'parlé', un 'candado' o un 'fijo', por lo regular ha perdido tres veces esa cantidad de dinero", dice sonriente Jesús Aballí, de 63 años, el "banquero" capitalino. Pero a la
gente le gusta probar su suerte. En el plazo de diez años le legión de fanáticos a "la bolita" se ha incrementado considerablemente.
Detrás del béisbol y los culebrones televisivos, "la bolita" puede que se convierta en la tercera preferencia del cubano del siglo 21. Por lo pronto, después del cañonazo de las nueve de la noche es normal ver a personas indagando cuáles fueron los números
lanzados. "Dime el teléfono", noche tras noche Rita Solana, de 41 años, ama de casa, le dice al "apuntador" de su barrio. Es una forma de enmascarar delante de un desconocido la numeración: los dígitos telefónicos en la isla por lo general son
de cinco o seis números, igual que el resultado de "la charada".
Es un diálogo virtual: 32-01-03, si hay algún "moro en la costa". Si no, el "apuntador" se lo dice en otra clave: "cochino, caballo y Elián". Cada número tiene uno o varios significados y la gente en Cuba juega de acuerdo a algún
presagio, suceso internacional, fecha de cumpleaños o sueños tenidos. Por supuesto que el caso del balserito de 6 años Elián González ha sido fuente de inspiración entre los jugadores de "la bolita" o "charada". "Y han acertado. El
mes pasado varios "puntos" (clientes) me "pincharon" (ganaron) con números cuyo significado tenía relación con el melodrama que viven Elián y su familia", dice el "banquero" Aballí, quien reconoce que si alguien gana dinero en "la
bolita" es "el banco".
Se nota a simple vista. Buena casa, prendas de oro y un cuidado y lustroso Chevrolet del año 57. Todo un lujo en la Cuba del nuevo siglo. Hace una década, el DTI -el FBI cubano- realizaba constantes operativos para desmantelar el entramado de "la bolita" y el juego ilícito.
"Pero al parecer se cansaron. Yo estuve un par de veces detenido en la década del 70, pero ahora gozo de cierta impunidad. Entre tantos problemas de robo y corrupción, han dado de lado a 'la bolita'", señala Aballí.
La afición por el juego va más allá de la lotería. En la ciudad de La Habana cientos de casas se dedican al negocio del juego. Popularmente se le conoce por "burles". En ellas se juegan cartas, dominó, longana o silot. El dinero corre a raudales.
Carlos Ortiz, de 24 años, trabaja en turismo y es asiduo a uno de estos "burles". "Es una forma de matar el tedio y de tratar de ganar dinero fácil", expresa Carlos. O de perderlo.
En el interior de la Habana -en la llamada Habana campo- además de "la bolita" los jugadores se inclinan por las peleas de gallos. Allá, como aquí, los amantes al juego tienen un denominador común: tienen plata. Adquirida porque roban descaradamente en sus
empresas o porque reciben suficientes dólares de familiares del exterior. Un día se les puede ver contentos, como a Carlos Ortiz, porque ganó 5,600 pesos (280 dólares), y la mitad se la gasta con sus amigos bebiendo cerveza y comiendo sandwiches y dulces en un "Pain
de Paris".
O disgustados y jurando que para siempre abandonarán el vicio, como el cocinero Idalberto Pérez, quien lleva dos meses apuntando al 12 (puta) y al 13 (chulo), calificativos que según Idalberto el gobierno dio a Arianne Horta y Nivaldo Fernández, los otros dos
sobrevivientes del naufragio donde Elián milagrosamente salió con vida el 25 de noviembre de 1999, Día de Acción de Gracias en E.U. Pero Idalberto no ha tenido suerte. Ya se le pasará su rabia. Lo mismo le pasó cuando estuvo un mes jugando todos los días
el 3 (niño).
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