Un sueño realizado
Juan Téllez, Agencia Libertad
LAS TUNAS, marzo - Llevamos casi una década de período especial. Son más de nueve años sin recibir el oxígeno soviético del que tanto dependía el Estado socialista. Las tiendas están desabastecidas, los combustibles siguen escaseando, los
hospitales no tienen medicamentos y en las farmacias a veces no hay ni aspirinas, el transporte se mantiene crítico.
Los cubanos luchan por sobrevivir en un país donde ahora se cobran los salarios en pesos y casi todo lo básico para la vida se paga en dólares. El gobierno comunista de Cuba tuvo que abrir las puertas al turismo extranjero tras décadas prohibiendo esa actividad.
Magalys Hidalgo Córdoba, reside en la calle 64 número 15 en Vázquez, un pueblito de Puerto Padre, provincia de Las Tunas. Ella tiene 31 años de edad, una hija de seis, es Técnica en Estomatología, profesión que ejerció precisamente durante
años.
La Sra. Hidalgo explicó cómo gracias a la apertura al turismo extranjero fue que logró cambiar su nivel de vida. "El 15 de agosto de 1998 me encontraba en la carretera conocida como Las Ocho Vías para regresar a Las Tunas. Estaba esperando que alguien me diera
una 'botella' (un raid)", dijo Hidalgo, "cuando de pronto avizoré un Turistaxi (auto de alquiler para extranjeros), le hice señas y paró. Así conocí a Tomás Tamayo, un camagüeyano residente en Italia, y comenzó mi relación con él".
"Luego conoció a mi familia", recuerda la Sra. Hidalgo, "y comenzaron las relaciones amorosas".
Magalys Hidalgo Córdoba añade con una exclamación de alegría: "¡Gracias a Dios y al Todopoderoso que me dio un príncipe, aunque sea negro, que pudo sacar de la miseria perpetua y de la desesperación que antes era mi vida".
En medio de la entrevista la señora Hidalgo se quedó pensativa y después continuó enfáticamente: "Ahora tengo una casa propia, un juego de cuarto que me costó 400 dólares, un juego de comedor de mil 600 pesos cubanos, un refrigerador grande
de 500 dólares y uno chiquito de 270, un juego de sala con sofá cama de 600 dólares, un televisor de 29 pulgadas que costó 900 dólares, dos balances (sillones) que sumaron 2 mil pesos, un ventilador de 83 dólares, una Compact Disk Player -pronunció
orgullosamente en mal Inglés- de 261 dólares, dos videos (VCR), uno de 350 dólares y el más chico de 250".
La joven prosiguió enumerando: "Una grabadora reproductora de cassetes y disco compacto de 390 dólares, una bicicleta de 143 dólares, dos fogones de balón (de gas) -uno de 260 dólares y el otro de 87,40-, una plancha eléctrica de 35 dólares".
Por último, Magalys Hidalgo Córdoba dijo: "En los nueve años que trabajé nunca tuve nada, ni siquiera para comprarme un blumer (panty, bragas) y mi estómago siempre estaba vacío".
"No obstante, la situación actual es una pena cuando pienso en mi hija de seis años", concluyó diciendo Hidalgo Córdoba.
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