El Niño Prodigio vs. Cuba rota
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, marzo - Dos muy respetables plumas de la inmensa diáspora cubana se pronunciaron sobre el caso del niño no de Atocha, sino balsero, llamado Elián González Brotons. Ambas, mediante excelentes artículos publicados en el madrileño El País,
uno de los mejores diarios de habla castellana del orbe. "Cuba rota", de Jesús Díaz, apareció el 31 de enero; "El niño prodigio", de Guillermo Cabrera Infante, el 22 de febrero. Los dos ejercicios no llegaron a mis manos mediante inspiraciones santeras
sobre las cuales escribe Cabrera Infante, en su artículo, ni por acción de héroes o manifestación de milagros al estilo nacional, a los que alude Díaz en el suyo. Un largo camino de esfuerzos al interior de Cuba, cuyo nombre es CubaNet, y un amigo sincero que desde
Holanda me tiende su mano franca, hicieron posible el hecho real de que un periodista independiente cubano se informe mediante un equipo de fax, un modesto equipo de fax, con todo lo que ello implica, en la Cuba del picadillo de soya.
Tanto, aparentemente tanto, fue necesario para que una persona residente en la Isla acceda al raro privilegio de engolfarse en la polémica que de hecho tiene lugar entre Díaz y Cabrera, agradeciendo a personas muy carnales y concretas, nada relacionadas con milagros o brujerías,
la posibilidad de apagar el televisor soviético, esa pieza de museo, para escapar así de la programación única sobre Elián. Con mismo de lo mismo, como afirma Cabrera Infante, pero sin dudas con otro sabor.
Echemos a un lado el rosario de anécdotas sobre dictadores de afición bruja que relata el autor de Tres Tristes Tigres; hagamos igual con el sincero dolor del escritor de La Piel y la Máscara por un país nuestro, dado a ocultar sus carencias ciudadanas auxiliado de héroes
y milagros. ¿Qué nos queda? Pues sólo que ni a Cabrera Infante, ni a Díaz, los leen en Cuba cuantos quisieran, tal como ocurre a los periodistas independientes Raúl Rivero o Manuel David Orrio. Este, señores, es otro hecho...
De moda está la discusión bizantina sobre si debe o no retornar a Cuba Elián González Brotons. Cabrera Infante afirma que no. Díaz que sí. La Convención Internacional de Derechos del Niño arbitra de manera bien explícita dónde
debía estar a estas alturas el chama de marras, aún cuando dispóngase de la información de que papito Juan Miguel se presentó en dos ocasiones, infructuosamente, en la lotería migratoria de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, cuenta
Cabrera. ¡Vaya paradoja! Invocar la democracia para incumplir uno de los pactos democráticos más importantes del mundo, aún cuando Cuba calle sibilinamente sobre otros instrumentos internacionales de derechos humanos, como los tratados de derechos civiles y políticos,
o los de derechos económicos, sociales y culturales. Bellos, bellísimos artículos sobre Elián González. Pero yo preferiría leer de tan formidables plumas qué proponen para hacer de nuestro país firmante de esos pactos, aunque no los honre después.
Recuerdo sólo esos detalles sobre el maremagnum de hechos ocultos a propósito del naufragio milagrero; son muchos, muchísimos, muchos más que los de una cultura machista donde las madres, las tías, las abuelas, sí le tocan el pito a los varoncitos. "Se
manda mal, el niño", acostúmbrase a decir por estos días y predios. Entretanto, para seguir con ciertos ejemplos, una sangría de disidentes se produce en la Isla: toman el camino del exilio, exactamente para no morir de hambre, un dato que nos dice que la discusión
sobre el caso del niño ¿de Atocha, prodigio, balsero? es necesaria pero no prioritaria. El desenlace del drama, incluso, será por sí mismo una definición del escenario de futuro más inmediato. No es lo mismo Elián en Cuba que en Estados Unidos. Su carácter
de símbolo viene porque expresa una determinada correlación de fuerzas. Pero de ahí a caer en la trampa de hacer de Elián la prioridad uno, como ocurre ahora, va un largo trecho. Sobre todo porque existen otros elementos que influyen y determinan sobre los posibles
escenarios. Por ello, DESDE CUBA, me pregunto: ¿cuáles intereses políticos insisten en hacer de Elián la prioridad uno y por qué?
Díaz, mucho más que Cabrera, alude en su artículo a varios de esos intereses, los cuales han logrado paralizar por el momento dos procesos significativos del devenir cubano: distensión objetiva entre Cuba y Estados Unidos, surgimiento en la Isla de un liderazgo
alternativo a Fidel Castro; por ahora, al decir de Havel, "generales sin soldados". Pero generales en fin de cuentas. Escribir hoy de Elián y callar de esas realidades es hacer el juego no a Fidel Castro, sino a todo el pasado de Cuba. Caer en esa trampa es matar a Castro... pero de
risa.
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