El sueco que se quedó en Cuba
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, marzo - Fue a mediados del año 1914 que el doctor Erick L. Ekman visitó la Isla de Cuba, según testimonios que recogió un periodista cubano para su artículo "De Suecia al Turquino", publicado en la revista Revolución y Cultura #5 del
93.
El Dr. Erick L. Ekman, botánico y científico sueco, había formado parte de una expedición dirigida por el científico Reguell y financiada por la Real Academia de Ciencias de Suecia cuatro años antes. En el verano de 1914 el destino de su viaje era el
Brasil, pero hizo escala en la Isla de Cuba.
Aquí su visita se extendió desde Pinar del Río hasta Santiago de Cuba, puerto por donde probablemente pensaría reembarcarse hacia su destino. También pudo suceder que al visitar la región oriental, el Dr. Ekman haya tenido noticias de la existencia de
una comunidad sueca en el lugar conocido por Bayate de Miranda, en Palmarito de Cauto, establecida allí desde 1905.
El viaje del botánico Ekman se desvió hacia Bayate de Miranda, donde visitó a sus compatriotas y conoció a Juan Augusto Nystrom, uno de los miembros de dicha comunidad, propietario de una colonia de caña de azúcar en la zona. Este Sr. Nystrom fue quien
lo invitó a conocer el paraíso tropical que era en aquellos primeros años del siglo XX la Sierra Maestra.
El primer recorrido con Nystrom lo realizó el Dr. Ekman del 2 al 4 de julio de 1914. Así de provechoso desde el punto de vista científico fue el pequeño recorrido, que entre el 7 y el 8 de julio el Dr. Ekman se instaló en Bayate de Miranda, un punto cercano a
la zona de búsquedas e investigaciones botánicas y de ciencias naturales que constituían su verdadera pasión.
Casi sin fondos, el Dr. Ekman decidió asentarse en Bayate de Miranda, pero por suerte una colecta monetaria llevada a cabo por los miembros de la comunidad sueca le concedió alivio a sus necesidades hasta que recibió $500 de la institución científica que
apadrinaba los gastos de sus investigaciones en Brasil.
Sin embargo, la flora cubana deshizo los proyectos del investigador sueco. Lo atrapó entre su follaje, de manera que el Dr. Ekman pospuso la continuación de su viaje hacia el destino al que le enviaron sus superiores, el Brasil, y decidió quedarse en Cuba junto con sus
compatriotas de Bayate de Miranda aún cuando ello conllevara la pérdida del apoyo financiero.
Como producto de esta actitud, la botánica cubana obtuvo a un investigador apasionado y acucioso en el eminente botánico y hombre de ciencia.
El Dr. Ekman, trabajador infatigable, logró inventariar alrededor de mil especies botánicas, doscientas de ellas desconocidas hasta entonces, y clasificó unas 25 familias botánicas. Hizo además otra extraordinaria contribución, al difundir y dar a
conocer la fauna cubana en varios centros científicos importantes, con el envío de 362 muestras de hojas, plantas y árboles a instituciones dedicadas al estudio de las Ciencias Naturales en Estocolmo, Berlín y Washington.
Entre las plantas y árboles que el Dr. Ekman descubrió se encuentran Dipholis gigantus Ekman, una sapotácea; Lonchocarpus longipes, Megalopanax rex Ekman, Lyonia sacrophylla, Rochefortia grandiflora Ekman.
Otras plantas y árboles cubanos llevan también el nombre del científico sueco, por haberlas descrito luego de caracterizarlas científicamente. Vale recordar además que las expediciones botánicas del sueco Ekman lo condujeron a escalar dos veces el Pico
Real del Turquino, en abril de 1915 y en junio de 1922, y nombrar una cima, aledaña a la mayor cumbre cubana, con el nombre de Pico Suecia.
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