CUBANET ...INDEPENDIENTE

2 de marzo, 2000



Incógnitas de un ¿crecimiento

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, marzo - Economistas de diversas tendencias miran con aprensión -algunos con franca incredulidad- el oficialmente declarado crecimiento del Producto Interno Bruto de la Isla (PBI), ascendente a 6,2% en 1999, respecto del año anterior, y valuado a precios constantes de 1981.

Dicho crecimiento confirmaría una consolidación del llamado proceso de recuperación económica de la Cuba de Fidel Castro, visible en un ritmo medio anual de incremento del PIB un poco mayor al 4%, supuestamente alcanzado entre 1995 y 1999, en virtud del cual podría igualarse hacia el 2003 lo producido en 1989. Algo así como decretar el fin del llamado período especial, pedido a Dios por un personaje del filme cubano "Un paraíso bajo las estrellas", diríase rogado entre penitencias crepusculares y carcajadas del público.

No sólo en la mirada suspicaz de los economistas se refleja la duda sobre la veracidad del crecimiento de marras. Liborio, el sufrido Liborio, reporta desde la calle habanera no haber recibido noticia palpable del difundido incremento. Más bien, afirma, lo que de bien le viene le arriba de los 900 millones dólares de remesas familiares que según cálculos conservadores entraron a Cuba en 1999, cual resurgir de una economía de transferencias, donde el dinero del Exilio ha comenzado a sustituir a las subvenciones soviéticas.

Aceptar de un modo u otro el crecimiento declarado por el Gobierno de Fidel Castro obliga a recordar un referente: precios constantes de 1981. Es decir, que el citado incremento se expresa a partir de una realidad extinta, cuando el no menos extinto Consejo de Ayuda Mutua Económica pagó la tonelada de azúcar a poco más de 576 pesos, entre otras facilidades. Si el análisis de la economía se hiciese a precios constantes más cercanos a la realidad cubana de hoy -1993 ó 1995 serían representativos- difícilmente se haría posible hablar de siquiera el 2%.

Mucho parece ocultarse tras la tenacidad del economismo oficial de la Isla al tomar a 1981 como año base para analizar las tendencias económicas a precios constantes, sin dudas útil "restricción de laboratorio", permisiva de la abstracción de factores como la inflación o el deterioro de la relación de intercambio, pero al mismo tiempo espejo distorsionado del mundo real, significado por un ausente análisis público de la economía a los muy concretos precios corrientes. El Gobierno cubano lo sabe... y calla. O informa datos atrasados, buenos para los historiadores pero no para los economistas.

No obstante, no se pierda de vista el valor sicológico de semejante tenacidad, cual símbolo de un pasado, de una "haute couture nomenclaturosa", que subyace tras esa paleontología capaz de compararse con los tiempos "dorados", pero al parecer imposibilitada de medir con varas del día de hoy.

Por qué no se toman años más actuales para un análisis a precios constantes, por qué no se ofrece al público de la Isla su necesaria contrapartida en precios corrientes, son dos de las principales incógnitas del cuestionado crecimiento del PIB isleño. Parece abstracción, pero no lo es. Sobre todo cuando los números conducen a interrogantes mucho más concretas, dadas por la evidente contradicción entre las cifras hechas públicas, las cuales insinúan desde estadísticas deficientes, hasta falsificación a secas.

Si se parte de aceptar como buenos a los incrementos porcentuales declarados por el Gobierno de Fidel Castro para el período 1995-99, así como el PIB de 1995 informado a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), cuyo monto se notificó como ascendente a 14,783 millones de pesos (MMP), la evolución de ese indicador se presenta como sigue:

Cuadro 1: PIB 1995-99 según crecimientos porcentuales declarados


UM

1995

1996

1997

1998

1999

Crecimiento

%

-

7,8

2,5

1,2

6,2

PIB

MMP

14783,0

15936,1

16334,5

16530,5

17554,4

Si los números son verídicos, la economía cubana creció entre 1995 y 1999 a un ritmo medio anual de más o menos 4,4%. De mantenerse así, alcanzaría hacia el 2003 valores de PIB similares a los de 1989. Aún no podría igualar ciertos índices de bienestar social de entonces. Pero no cabe dudas del valor sicológico y político que para Fidel Castro tendría la simple declaración, equivalente a un "resistimos, y ya ganamos nuestro Stalingrado".

El "pequeño inconveniente" de ese análisis radica en la incongruencia absoluta entre las cifras calculadas en el cuadro anterior, sobre la base de las declaraciones gubernamentales, y las difundidas por distintas publicaciones cubanas, adscritas todas al Partido Comunista de Cuba. El estado siguiente así lo muestra:

Cuadro 2: PIB calculado vs. PIB declarado en publicaciones del Partido Comunista de Cuba (MMP)

Año

Cuadro 1

Declarado

Diferencia

Publicado en:

1995

14783,0

14783,0

---

CEPAL

1996

15936,1

14218,0

1718,1

Cuba Socialista 9/98

1997

16334,5

14573,0

1761,5

Cuba Socialista 9/98

1998

16530,5

14754,1

1776,4

Granma 13-XI-99

1999

17554,4

15668,9

1885,5

Cálculos autor sobre 6,2% incremento PIB

Si se observan las cifras declaradas por el Gobierno de Fidel Castro para el período 1995-98, en sus propias publicaciones, se observa que el PIB disminuyó de 14783,0 MMP en 1995 hasta 14754,1 en 1998, el único incremento sobre 1995 se habría producido en 1999. Pero ello es algo no demostrado, pues sólo se trata de un cálculo de este autor, quien se limitó a aplicar el célebre crecimiento económico de 6,2% al monto de PIB de 1998 reconocido por el diario oficioso Granma. No es -en fin- un informe gubernamental, una rendición de cuentas como debe ser, donde se dé una explicación creíble de cuatro años de recesión admitidos en publicaciones cubanas, de un modo u otro, y una razón para interrogar de dónde salió un crecimiento medio anual del PIB, entre 1995 y 1999, que de acuerdo con lo expresado por el ministro de Economía José Luis Rodríguez ascendió a nada menos que 4%. O la estadística requiere de urgente auditoría, o se está ante una burda falsificación.

Ni siquiera un incremento de 6,2% en 1999 habría podido elevar la tasa de crecimiento medio anual del PIB entre 1995 y 1999 a un valor como 4%. Eso es un hecho. Y el célebre 6,2% tropieza con otro "pequeño inconveniente": el más benévolo de los economistas partidarios de Fidel Castro convendrá en que el actual modelo económico de Cuba es raigalmente extensivo, tal y como se desprende de innumerables declaraciones gubernamentales, admisivas de un despilfarro de recursos hoy menor, es verdad, pero no extinguido. En modelo así, y más con sus limitaciones de capital, un incremento sostenido del PIB requiere de un crecimiento de la ocupación global. Puede haber ramas donde ese problema ya no se presente así. Pero a nivel macroeconómico no existe otro camino. La generación de ingresos está en razón directa al empleo. Pues bien, entre 1995 y 1998, la ocupación total -según cifras oficiales- disminuyó de 4131,0 miles de personas a 3753,6; una caída de nada menos que 377 mil 400 trabajadores. Dato curioso: de acuerdo con CEPAL, citando al Gobierno cubano, la ocupación total entre 1990 y 1995 descendió en sólo 262 mil 500 trabajadores. O sea, que en los peores años del llamado período especial menos personas se desocuparon que entre 1995 y 1998.

No es objeto de estas líneas incursionar en los misterios de la ocupación en Cuba. Baste señalar la relación existente entre PIB y empleo, dadas las condiciones isleñas, para interrogarse cómo fue posible un incremento del PIB con descenso de la ocupación. Pudiera fundamentarse que la tendencia a la desocupación se revirtió en 1999, pudiera decirse que se incrementó la productividad del trabajo, pero ello no oculta, para comenzar, que se están produciendo más jubilaciones que incorporaciones a un empleo. Ese, por cierto, es otro hecho.

De este modo, si por un lado las cifras hechas públicas por el Gobierno de Fidel Castro no demuestran los declarados crecimientos de la economía, por el otro la extensividad del modelo manifiesta sus contradicciones entre el supuesto incremento del PIB y la caída del total de ocupados. No es posible, así de simple. De ahí, quizás, nazca la aprensión, y hasta la incredulidad, de cualquier economista atento a los números con mirada de economista. Exactamente de economista.

Entretanto, 900 millones de dólares ingresan a la Isla por concepto de remesas familiares, segúin cálculos conservadores, al tiempo que un personaje del filme "Un paraíso bajo las estrellas" se azota las espaldas, rogando a Dios el fin del llamado período especial. Por mi parte, también lo haría: pero sólo si me dan buenas estadísticas.



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