Una revista olvidada
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, julio - Mucho se ha desinformado del trabajo de difusión cultural realizado en Cuba antes del 59. Generalmente la propaganda oficial califica el período republicano de 1902-1958 como un desierto cultural en que solamente algunos oasis de cultura sobrevivían a
duras penas.
Pero hay testimonios que afirman lo contrario. Uno de ellos es la Revista de La Habana, aparecida en 1942, dirigida por quien, hoy por hoy, es un desconocido de las actuales generaciones y fue en esa época una personalidad de alto relieve en la vida del país: Don Cosme de la
Torriente.
Esta publicación mensual tuvo el lujo de contar como secretario de redacción al Dr. Félix Lizaso y en su consejo de redacción a una constelación de personalidades: Ana María Borrero, Emeterio S. Santovenia, Jorge Mañach, Raúl de Cárdenas,
Mariano Brull, José María Chacón y Calvo, Manuel Sanguily, Luis Rodríguez-Embil, Luis V. de Abad, Rogelio Pina, Fermín Peraza, Oscar G. de Angarica y Herminio Rodríguez. Como emblema, un símbolo patrio: La Campana de la Demajagua, y el lema Patria y
Libertad.
Estimo como pedigree de excelencia de los números que tengo en mis manos, la calidad de los trabajos, la seriedad, y el enfoque de los temas, que arrojan un esfuerzo por marcar la identidad nacional con la cubanía correspondiente, hija de los próceres que en la manigua
lucharon por la libertad de Cuba.
Artículos que valen por la excelencia de la prosa y del mensaje cubanísimo lo atestiguan. Exámenes de asuntos internacionales relacionados con Cuba y su destino muestran un análisis justo que realza el valor de sus raíces al mantener criterios independientes,
desde la posición de hijos de un país que había dejado de ser colonia española,
La pluralidad de ideas y enfoques garantizan la verdadera libertad de expresión sin manquedades por la que se luchó en el campo de batalla.
Hoy, con mucho pesar vemos que es una publicación olvidada en Cuba, pero no menos ejemplar. Creo que el azar fue quien condujo mis pasos frente al viejo anaquel de una librería sin pretensiones, donde la presencia de varios ejemplares de la Revista de La Habana constituyeron, para
mí, un hallazgo valioso.
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