La ciudad de los cementerios
Néstor E. Baguer, APIC
LA HABANA, julio - Pienso que mi querida Habana tiene el triste privilegio de ser la ciudad que posee más cementerios en relación con su población. Parece como si los habaneros quisieran opacar un poco su fama de fiesteros y bullangueros regando cementerios por la ciudad.
Primero fueron los entierros en las iglesias de la Siempre Fiel hasta que llegó el ilustrado Obispo Espada que hizo construir el cementerio que llevó su nombre, cuyos muros donde se inhumaba aún subsisten como un recuerdo a un par de cuadras de San Lázaro, muy junto
al Parque Maceo.
Cuando el Cementerio de Espada quedó chico para la ciudad se comenzó a utilizar "San Antonio Chiquito", luego ampliado para convertirse en el lujoso Cementerio de Colón. Hoy por hoy, a pesar de la indolencia, de los robos sacrílegos, sigue siendo uno de los
tres más bellos del mundo por su tesoro estatuario valorado en miles de millones de dólares pero, que se está haciendo pequeño para la ciudad y ya se tomó la medida de la prohibición de construir nuevos panteones por lo cual hoy los existentes alcanzan
precios fabulosos en el mercado negro. Ya se negocia hasta con los muertos, y existen personas que venden el panteón familiar sin importarles que los huesos de sus deudos sean arrojados en cualquier lugar, con tal de hacerse de unos cuantos miles de dólares.
Según se comenta, el nuevo cementerio estará ubicado en una zona entre La Lisa y Punta Brava, junto a la autopista del Mediodía, razón por la cual los muertos disfrutarán de un póstumo paseo algo más largo que el actual y que, dada la falta de
gasolina, contribuirá a que hagan el viaje en solitario.
Pero hay otros cementerios, un poco menos lujosos, menos elegantes y más desconocidos, donde los muertos no son enterrados con tanto boato, en tumbas más modestas y hasta con inscripciones en idiomas desconocidos para los habaneros.
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