Enigmas para un nuevo año
Zoimara Menéndez Simeón, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, 17 de enero - Cuba se halla varada en un desierto donde priman, a cada rato, reflejos de salvación. Pero como todo reflejo, éstos se pierden en la nada. Sólo aquellas personas que se encuentran de un modo u otro insertados en la lucha directa por establecer
mejoras políticas, económicas y sociales vislumbran cambios importantes para su propia existencia.
Nadie sabe hacia qué rumbo se dirige el destino de la isla. Todo se encuentra inmerso en una nebulosa que no permite ver más allá. Nos guía una sola voz. Así vamos andando. Recorremos caminos pedregosos, hirientes por demás, que nos embaucan y nos
hacen perder las ilusiones de hallar, por nuestros propios pies, la salida de este laberinto desértico.
Ayer cantamos a un logro, hoy se llora a un mártir; mañana nadie sabe qué acontecimiento deberemos enfrentar, aunque ahí está esperando por nosotros. Porque él ya existe en la mente de nuestros guías.
El enigma es algo que nos ha acompañado durante décadas y en el año que acaba de iniciarse, se acrecienta en la inmensidad de lo absurdo que significó y sigue significando el modo en que nos impusieron los festejos por su venida.
¿Qué nuevos sucesos vendrán a colmar nuestro espacio? ¿Qué nuevas ideas deberemos defender? ¿Qué nueva decisión mantendrá cerrada la puerta a nuestras miradas reflexivas? El enigma sigue rondando nuestras mentes como un carrusel ante
los ojos de un niño.
Para muchos habrá motivos de alegría, porque quizás les llegue el modo de escapar del estancamiento, para otros significará la continuación de una vida simple, oscura, que por momentos refleja haces de luz. Para todos lloverán ansias por una Cuba libre
de esas tediosas incertidumbres por el qué vendrá.
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