Dios, Elián y la mala leche
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, febrero - Afirman degenerados humoristas aposentados en este hervorio de ninfas de cinturas sísmicas y efluvios paradisíacos cuyo nombre es Cuba, que una reunión secreta de babalawos, afiliados unos a la Fundación Nacional Cubano Americana e integrantes
otros del Equipo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe, acordó preparar una brujería de osorbos babilónicos para sacar del juego al juez federal Hoeveler, quien a la altura de estas líneas debió de estar juzgando el caso de Elián González,
lo más probable en favor del retorno a Cuba del infeliz o quizás elegido niño, para, ¡al fin!, poner ansiado punto final.
Hoeveler, como es conocido, sufrió un derrame cerebral horas antes de iniciarse el juicio donde, como ocurre en los Estados de Derecho, un grupo de ciudadanos con razón o sin ella puede paralizar conforme a derecho una decisión del gobierno, algo que para los cubanos de la
Cuba del picadillo de soya parece asunto de extraterrestres, razón por la cual hoy La Habana debate sobre la enfermedad del juez, a más y mejor: la izquierda opina que los brujos emplearon polvos malévolos; la derecha, cocos y un tabaco de los que dan por el racionamiento...
Unos y otros descansan de las discusiones mirando videofilmes alquilados, recurso para escapar al estilo balsero de una programación televisiva única, donde el único tema se llama Elián González. Entretanto, como al disimulo, los verdaderos puntos de interés
permanecen desplazados: el canciller isleño, Pérez Roque, declara en Moscú su rechazo a las intervenciones humanitarias, mientras la "intervención humanitaria" de los rusos contra el derecho de autodeterminación del pueblo checheno parece olvidado por el
Foro de Sao Paulo, aunque el mismísimo Lenin haya dejado esclarecimientos teóricos decisivos en sus tesis sobre la cuestión nacional. Para los sarahuíes -amigos de Castro- un referendo puede ser una excelente solución política para poner fin a un conflicto
colonial. Para los chechenos, parece que no.
Pérez Roque habla, y el eco de sus palabras sirve a la Seguridad del Estado cubana para abortar una reunión de disidentes cuyo objeto era organizar el legal ejercicio de una iniciativa legislativa para democratizar al sistema electoral isleño, en términos
participativos, habida cuenta de la posibilidad real de reunir las diez mil firmas exigidas por la ley para llevar adelante ese propósito. Por breves horas, son detenidos Oswaldo Payá y Héctor Palacios. Frente por frente al domicilio de este último, donde iba a celebrarse
el cónclave, el oficial de la policía política que se hace llamar Luis Mariano ordena al periodista independiente Manuel David Orrio que se vaya tranquilito, por la izquierda, porque la reunión "no está tolerada". Orrio contradice la orden con argumento
irrebatible que Luis Mariano acepta: se va por la derecha, pues los ciclistas han de respetar a las leyes del tránsito. De paso, bicicleta cuesta arriba, el periodista divisa a dos flamantes motocicletas Susuki, a todas luces a disposición del operativo policial allí instalado.
Apenas a doscientos metros de donde reside Palacios, una firma estatal vende motocicletas de todos tipos y precios. Pero los disidentes no pueden adquirirlas. Por disidentes, porque carecen de plata para comprarlas y porque son cubanos. Una disposición flagrantemente inconstitucional
restringe dichas ventas a entidades con personalidad jurídica y a extranjeros residentes en Cuba. Sin dudas, la denuncia de semejante discriminación por origen nacional pasará inadvertida, aunque las remesas familiares brinden aunque sea a algunos la posibilidad de "despedir"
a la bicicleta. Lo importante, ahora, es Elián. Por ello, el diz que parlamento cubano pospondrá por unos años más la discusión seria, muy seria, que tiene por realizar acerca del espinoso tema de la constitucionalidad en Cuba. Y con esos truenos, ¿quién
diantres va a ocuparse de unas motocicletas?
Dice mi Itá que daño contra mí en bien se me reporta, razón por la cual aconsejo a los brujos de ambos lados del Estrecho de la Florida que no se metan conmigo, a propósito de este parrafito, donde declaro formalmente mi deseo de asistir a esas tribunas
abiertas, de moda en Cuba, para pedir el regreso de Elián. Anoche, en la de turno, transmitida y retransmitida por la televisión, vi a una adolescente que padece de síndrome de Down. Bailó maravillosamente, hizo puro arte. Por primera vez, en mi vida, descubrí en
persona así los encantos de una mujer, de una de esas mujeres que los machos queremos llevar a la cama con toda alevosía y nocturnidad. Pero de repente recordé que los cubanos no podemos adquirir motocicletas, ni pagándolas a Fidel Castro, y comprendí que si asisto
a evento de esa clase voy a terminar pronunciando un discurso contra la discriminación, contra la exclusión, y no sé si concluiré citando la frase martiana con todos y para el bien de todos, o una que se le parece mucho: la Patria es de todos. Dios, maldito Dios, una vez
más te pregunto: ¿por qué me haces escribir así, con tan mala leche?
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