Gracias a Roberto
Isabel Rey Rodríguez, Cuba Press
LA HABANA, febrero - Tengo el privilegio de vivir en el país más reiterativo del planeta. Bueno, en realidad, y no por mi culpa, no conozco más ninguno, pero creo que no me equivoco al pensar así.
Aquí, cuando la cogemos con una cosa, es eso por todas partes; desde luego, todas partes tiene un solo dueño, por tanto hay un solo modo de pensar, obrar y expresarse.
En estos momentos, paralelo a otras cuestiones, que tienen al pueblo extenuado, está lo de la Resolución Económica del V Congreso del Partido Comunista de Cuba y su proceso de estudio, análisis e implantación.
Por una parte, soy feliz al no tener nada que ver con ella, pero a la vez siento una gran pena por aquéllos que tengan a su cargo guiar los debates que sobre la misma se orientó realizar con la masa obrera.
Se imaginan ustedes ese hombre, al dirigente, de pie frente a todos los obreros, recitando el tétrico poema de las causas y consecuencias, que para ser sincera, hasta el gato se sabe de memoria.
Ya todo el mundo está aburrido de oír hablar de la guerra económica y biológica de Estados Unidos contra Cuba, de las actividades terroristas y que la estrategia de la Revolución es la construcción del socialismo. Claro, que un socialismo tropicalizado,
muy a los carros locos de los parque de diversiones, o sea, dirigiéndose a izquierda, derecha o centro según la dirección donde existan rieles por donde transitar; y con un solo objetivo, mantener el timón del carro.
Y qué me dicen, cuando llegue a las reiteradas estrofas de la eficiencia y la calidad. Ahí, como decimos en buen cubano, se secó el carbón, lo que es igual a mencionar la soga en casa del ahorcado. No tengo ni idea de cómo se las ingeniará para salir
airoso de esta situación, porque estos dos términos andan de la mano, me parece que por otra galaxia a no sé cuántos años luz de este archipiélago. Se habla mucho de ellos, es verdad, pero en la Cuba de hoy nadie los conoce, ni tienen el menor interés
en conocerlos. Porque aquí se mide la jornada laboral en productiva o no, según lo que se pueda obtener gracias a Roberto, sustantivo dado al acto de apropiarse de algo.
Por tanto, a esa altura del poema, lo mejor para declamador, digo, el dirigente, es hacer lo que en teatro se conoce como mutis, o sea, desaparecer de la escena. Así, a todo lo largo y ancho de la Isla cambian el actor y el auditorium, pero la obra es la misma. Y el cubano, haciendo gala
de su humor y como único comentario afirma: igualitico que el año pasado.
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