Hombres cubanos: cada vez más creyentes
Tania Quintero, Cuba Press
LA HABANA, febrero - Tradicionalmente las mujeres cubanas eran las que iban los domingos a misa, se consultaban con espiritistas y santeros, se tiraban las cartas, se hacían leer las manos o perseguían los horóscopos. Hoy en estos menesteres se puede ver a una proporción
igual o superior de hombres.
Si ellas se "liberaron", botaron los ajustadores y no tienen a menos andar en shorts por las calles, los cubanos no se quedaron atrás y pedalean en sus bicicletas con las pantorrillas al aire y en camiseta.
La jaba, ese bolso mayoritariamente femenino, es llevada por igual por unos y otros. Sin ningún complejo. Dentro de las casas no se ha avanzado mucho en materia de derechos, y el machismo sigue predominando, pero la situación ha comenzado a revertirse. Aunque no la violencia doméstica.
Con la llegada del 2000 llama la atención la religiosidad de los varones. Alejandro, de 29 años, técnico y ateo confeso, ha decidido hacerse masón. "Porque a las logias van caballeros y estoy harto de las hijaputadas que uno tiene que aguantar en todas partes",
declara. Juan José, de 34, militante del Partido Comunista y masón, fue factor determinante en la conversión de Alejandro.
Yanelis, de 25 años, actual mujer de Juan José, dice que "las tres emes de mi marido hacen de él un hombre casi perfecto: militar, militante y masón". Ella no tuvo una buena relación con su marido anterior, Miguel Angel, de 30 años, "devoto
de Shangó, que se había hecho santo y todos los meses gastaba una fortuna porque su padrino continuamente le pedía cosas".
Para Rosa María, de 28, la perspectiva es mejor: su esposo dejó el carnet de la Juventud Comunista y se hizo Testigo de Jehová. "Ahora no sólo no toma ron ni anda en reuniones y fiestas con las 'pelandrujas' de la Juventud, sino que se puso a trabajar por cuenta
propia en la casa, para tener tiempo de leer y meditar".
Rafael, de 58, vendedor de yerbas y aspirante a babalawo, también decidió hacerse Testigo de Jehová. "Es que en el ambiente de la santería hay mucha especulación y lucro y yo estaba viviendo nada más que para hacer dinero". Ahora, dice, se
siente en paz consigo mismo y con su dios, Jehová.
Hay sus renegados, como Fernando, de 34 años. Antes de ir a prisión, acusado de "peligrosidad social" -es lumpen consuetudinario- trató de convertirse en sacerdote de Ifá, "porque los babalawos ganan plata y viven bien". Mujeriego y bebedor, por el
camino desistió. Se ligó con una señora muy católica y hasta se bautizó y casó por la iglesia. Ella tenía la esperanza de cambiarlo y él de vivir a costa de su juventud: tenía 20 años menos que ella. Cuando la pareja se rompió
y Fernando se quedó en la calle y sin llavín, a los pocos meses fue a parar a la cárcel.
En la prisión tuvo experiencias homosexuales. Al salir, volvió a ser el mulato de siempre: chulo y vividor, con "niñas" jineteando para él y con la mano presta a golpear si le faltan el respeto. "Porque puedo tener mi hombría en cuestionamiento,
pero soy un macho". Fernando quisiera ingresar a la secta de los Abakuá...
Igual de drástico fue el cambio de Ramón: siempre creyó en la reencarnación y las ciencias ocultas eran su pasión. Hasta que un día, por casualidad, cayó en sus manos un folleto sobre la vida de Sai Baba, nacido en la India el 23 de noviembre de
1926. En su morada de Prashanti Nilayam, Sai Baba recibe la visita de miles de seguidores de todo el mundo. Era lo que Ramón buscaba: un representante de Dios vivo. Y en Sai Baba lo encontró.
Rolando tiene 52 años. Es diez años más joven que Ramón. No ha oído hablar de Sai Baba, pero cuando llegó a La Habana, en 1962, no quería saber de ninguna religión. Había crecido en un hogar en Pinar del Río donde el
espiritismo era rey y señor. Hoy su agnosticismo evolucionó hacia una obediencia sin límites a los "trabajos" que el santero de su mujer mande a hacer. Rolando labora en el "área dólar", "y allí, si no te resguardas y cumples con lo
que tu muerto ordene, quedas en la página dos, pues las brujerías que hacen ese sector van dirigidas a sacarte de circulación".
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