CUBANET ...INDEPENDIENTE

28 de febrero, 2000



Una nao en el horizonte del Malecón habanero

Germán Castro, Cuba Press

LA HABANA, febrero - Con casi cuatro meses de retraso me llega a La Habana un ejemplar del No. 0 de "Nao (Revista cubana de arte, cultura y pensamiento), octubre de 1999; la materialización de un proyecto que nació -nos cuentan en el Astrolabio o introducción- una noche en Tlalpan, México, después que doce poetas cubanos leyeron sus poemas y decidieron hacer algo que los mantuviese unidos. Y es como si hubiesen tocado en mi puerta 75 escritores amigos que ahora andan regados por el mundo, esta vez como una tripulación capitaneada por Osvaldo Navarro. Reconozco, entre otros, a Eliseo Alberto, Elena Tamargo, Raúl Ortega, Félix Luis Viera, Yoel Mesa, Madelín Cámara, Felipe Lázaro, Pío Serrano, María Elena Cruz Varela, Luis Manuel García, Zoé Valdés, Carlos Alberto Montaner y Manuel Díaz Martínez. Todos proponiéndome una nueva ruta "para la hermandad y la libertad" (1). Uno de los mejores regalos que puede recibir quien vive en la isla y, por decir lo que piensa, arriesga todos los días su sobrevivencia y la de sus papeles.

¿Por qué? Porque, como dijo el poeta Raúl Ortega el día de la presentación: "Navegar por y a través del pensamiento puede ser una de las puertas por donde logre escabullirse la barbarie que nos aplasta diariamente"; si bien la palabra "escabullirse" nos remite un poco a la bandera blanca que -nos advierten- también ondea en sus mástiles junto a la bandera cubana. Puertas es lo que se necesita en este país donde las pocas que existen conducen a un solo lado, han sido tapiadas o se encuentran escoltadas por guardianes aún más intolerantes y perturbadores que el que puso Kafka ante la puerta de la Ley.

Todas las sorpresas que me depara el viaje son impresionantes. Apenas piso la cubierta y viene a mi encuentro Reinaldo Arenas, con la mano extendida. Y como si quisiera persuadirme, me va diciendo: "...no puede haber creación donde no hay libertad. Toda obra de artes es, tácitamente, una manifestación de rebeldía, una actividad antagónica, una protesta en el sentido trascendente del término" (2) y con ello -no demoro en enterarme- me presenta, en cierto sentido, la naturaleza del recorrido, la esencia del proyecto y la intención cardinal de los tripulantes. El riesgo inefable de la libertad.

Y eso es lo que me transmite a continuación Seymour Menton con sus "divagaciones" nostálgicas; recuerdos de su carrera profesional "que corren paralelos a la historia de la revolución cubana, desde 1952 hasta el presente (1994)", y que desmitifican en parte la biografía del régimen.

Lo mismo que hace Félix Luis Viera al hablarme de la novelística cubana con un enfoque distinto, si no opuesto, al oficializado por el Partido; con un enfoque sin exlusiones ni intromisiones tendenciosas de la ideología, en el que cohabitan, con lógica hermandad profesional, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, Miguel Barnet, Reinaldo Arenas, Pablo Armando, Severo Sarduy, Omar González, Zoé Valdés y otros. Todos los que, en su opinión, deberán aportar mucho a lo que llama el "boomcito" de la novelística en la isla, más allá del sitio geográfico y político en que residan.

También es esa esencia la que me sugieren Eliseo Alberto, en el capítulo 1 de su novela inédita "La fábula de José"; los doce poetas de la noche en Tlalpan, al leerme sus poemas; Carlos Alberto Montaner, cuando me muestra un fragmento del capítulo quinto de su obra más reciente, "Viaje al corazón de Cuba"; Raúl Ortega, con su "Las malditas hijas de Eva", un texto sobre la prostitución presente en Cuba... En fin, todos -o casi todos-, cuando parecen subir de lo profundo de las bodegas con pedazos estupendos de nuestra cultura, que el gobierno isleño pretende borrar, y los ponen ante mis ojos como si expusiesen un milagro.

Y es un milagro. Una bocanada de aire fresco que entra subrepticiamente y estremece las llamas del infierno.

Pero no nos hagamos ilusiones. Esta nave no puede aproximarse siquiera al Malecón habanero. El Partido recién acaba de declarar la "guerra ideológica" -término muy a propósito para evadir tales confrontaciones- y tiene a su "flota" en pie de combate -lo que, en este caso, deben entenderse como CENSURA; único estilo de lucha en el terreno del pensamiento donde la Revolución es experta. Y es que, antes de desembarcar en Cuba, "Nao" tendrá que navegar por mares borrascosos y librar duras batallas. Y ojalá que la bandera blanca del mástil no tenga que emplearse nunca para vendas.

Así que está muy bien que tengan listos los cañones y que escriban como soldados, si se precisa. La cuestión es no naufragar.

(1) Astrolabio - Izamos velas; texto de presentación de la revista, p. 3; No. 0; octubre de 1999; México.

(2) Lo cubano en la literatura; R. Arenas, "Nao" No. 0, p. 6.



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