Elecciones para unos y otros no Decoro
Tania Díaz Castro, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, febrero - Dentro de muy poco estaremos nuevamente ante los comicios parciales para postular y elegir en Cuba a los mismos representantes del mismo Partido. Elecciones en las que no podrán participar activistas por los derechos humanos, disidentes, periodistas independientes y
mucho menos opositores porque no estamos de acuerdo que un mismo gobierno ejerza su poder desde 1959.
Tomo a propósito un libro editado en Costa Rica con relación a un Seminario efectuado en Cuba entre el 23 y 25 de noviembre de 1997, cuyo tema fue "Elecciones y Derechos Humanos". A lo largo de sus casi quinientas páginas puede apreciarse la ausencia de criterios
opuestos al régimen cubano en el citado Seminario, maratónico por cierto, pues sólo pudo disponer de 48 horas.
En el evento, que no se ha repetido, se habló de los sistemas electorales y jamás de derechos humanos. Nada raro. Cuba no es un ejemplo positivo en el cumplimiento de los mismos. Tampoco podemos hablar de elecciones, pues las mismas no están definidas en operaciones periódicas,
algo muy importante, ya que un mismo grupo de gobernantes se ha mantenido en el poder por espacio de cuatro décadas, denominado ese poder como "un raro privilegio". Por tanto, se trata de un gobierno que nunca ha tenido un tiempo prefijado realmente de acuerdo a los períodos
electorales.
Nuestro sistema electoral, sin duda alguna, fue confeccionado como "un traje a la medida" y el voto no es tal desde el momento que se vota por intermediarios. Estamos pues ante unas elecciones indirectas -vaya paradoja- que siempre elige de manera directa al mismo jefe de gobierno.
Como sabemos, en la antigüedad se inventaron las elecciones para desautorizar a los monarcas absolutos, pero realmente este sistema de designar a personas que representen a la colectividad es bastante reciente. Luis XVI, en la Francia de 1789, fue quien estableció los primeros
principios del Derecho al Sufragio. A partir de esa fecha mucho tiene que hacer la Humanidad para perfeccionar ese Derecho.
Sin embargo, a pesar de las numerosas organizaciones disidentes y partidos políticos de oposición surgidos en Cuba y considerados ilegales en nuestra incipiente sociedad civil, puesto que el Gobierno no admite oponente o contrincante alguno, las elecciones jamás han dejado
de representar normas totalitarias.
A pesar de que Cuba es signataria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los disidentes no tienen derecho alguno a participar en el gobierno ni tienen acceso a las funciones públicas del país, a no ser que se conviertan en incondicionales del régimen.
Incluso en los listados de las personas con capacidad de ejercer el sufragio y que de forma convencional se colocan a la entrada de cada colegio electoral, no aparece todo aquél que de una forma u otra se destaque como disidente. El objetivo de esto es no afectar el porciento total de
votantes. Algo completamente inconstitucional.
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