La educación en Cuba 1900-1958. Apuntes
Magali Cruz, Cuba Press
LA HABANA, febrero - Hoy, cuando tanto se habla de educación y de sus logros en Cuba como fruto único de la gestión gubernamental posterior a 1959 conviene, en aras de la objetividad histórica y de evitar omisiones injustas, rescatar importantes momentos de la escuela
cubana entre 1900 y 1958.
Durante el Gobierno de Ocupación, que sucedió a la administración española, un educador norteamericano, Mr. Alexis E. Frye, fue encargado de establecer un sistema de escuelas públicas. Este se caracterizó por una regulación de grados, programas,
promociones y métodos idénticos para el campo y las ciudades (lo cual fue modificado después, durante la etapa republicana).
Las escuelas públicas creadas fueron uniformemente dotadas de pupitres, pizarrones, textos y otros recursos. Fue difícil la tarea de hallar libros de texto adecuados. El propio Frye escribió algunos de ellos. Entre las nuevas asignaturas figuraron el trabajo manual, el
dibujo y el ejercicio físico, tan necesarios para una educación armoniosa e integral.
Por esa época aparecieron las primeras aulas de kindergarten en Cuba. Y lo que ha sido silenciado en la Cuba comunista: muchos cuarteles de principios de siglo fueron destinados a escuelas, algo que desde el principio se presentó como un aporte exclusivo del gobierno "revolucionario".
Cursos breves y emergentes para aspirantes al magisterio fueron organizados desde 1900 en las llamadas Escuelas Normales de Verano, que funcionaron en distintas ciudades de la isla.
En el propio año ya había en Cuba 3,500 aulas distribuidas en 1,940 escuelas públicas. Para sustentarlas, se destinó el 25% del presupuesto nacional, que era de 17 millones de pesos nada más.
Por otra parte, el cubano Enrique José Varona emprendió la reestructuración de las enseñanzas secundaria y superior. Algunos historiadores consideran que la revolución cultural iniciada por Varona en los albores del siglo XX fue de espíritu tan elevado y
patriótico como la de Varela y Luz y Caballero en su tiempo. Pero, gracias a las circunstancias en que se producían, la de Varona fue de más amplitud, de acuerdo con el criterio de los estudiosos.
El desarrollo de la educación prosigue en la etapa republicana. Durante el gobierno de Mario García Menocal (1913-1921) fueron dotadas de material las escuelas públicas, se crearon más de un millar de aulas, se estableció un servicio de maestros ambulantes y se
inició la construcción en serie de casas-escuelas rurales, entre otras iniciativas.
El mayor adelanto escolar del país en la época fue la fundación de siete Escuelas Normales -una para formar maestros y otra para maestros en La Habana y una mixta en cada una de las otras cinco provincias de entonces. Estas Normales fueron reglamentadas cuidadosamente y
dotadas del mejor material de enseñanza disponible y su profesorado fue escogido por el sistema de concurso-oposición. De la calidad de los pedagogos egresados de las mismas todavía hoy podemos dar fe los que recibimos las primeras lecciones de manos de maestros normalistas en
los primeros años de la Revolución. Ellos traían una experiencia y solidez profesionales que hoy es envidiada todavía en Cuba. Algunos de esos maestros habían trabajado antes de 1959 en la enseñanza pública, otros en la enseñanza privada y
religiosa.
Tras un período de estancamiento correspondiente al gobierno de Zayas (1921-1925), en el primer período de Machado (1925-1929) aparecieron las Escuelas Provinciales de Comercio y dos Escuelas Técnicas Industriales.
Después del derrocamiento de la tiranía machadista, se señala como logro relevante la obtención de la autonomía universitaria. Posteriormente se crean los Institutos de Segunda Enseñanza y se modificó el plan de estudios del bachillerato. Entre
otros hechos notables, figuran además la creación de la Universidad de Oriente, en 1949, y el inicio de los cursos en la Universidad Central "Marta Abreu" de Santa Clara, en 1952.
En la etapa republicana se desarrolló también extraordinariamente la enseñanza media, con el concurso de los colegios privados. A los establecidos por las órdenes religiosas en Cuba desde el siglo XIX (jesuítas, escolapios, etc.) se sumaron los de los Hermanos
Maristas, los Hermanos de La Salle, del Apostolado y otros, así como los colegios presbiterianos. Casi todos esos planteles contaban con espléndidos edificios y estaban muy bien organizados (todo lo cual fue puesto patas arriba a partir de 1959).
En resumen, el período histórico analizado a grandes rasgos fue bastante pródigo en materia escolar, a pesar de algunos hechos negativos. Y su aporte al desarrollo educacional de la nación cubana es de incalculable valor.
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