CUBANET ...INDEPENDIENTE

23 de febrero, 2000



La cursilería de Baraguá: Elián no es el objetivo

Mario J. Viera, Cuba Voz

LA HABANA, febrero - Como se creen los dueños de la historia, como se consideran los únicos dignos de la patria que nos dieron nuestros ancestros, los comunistas que se adueñaron del poder en Cuba no pierden ocasión para posesionarse, en uso exclusivo, tanto de las fechas patrias como de sus símbolos y lugares históricos. Baraguá es un coto de la historia que ha sido asaltado en diferentes ocasiones por quienes trajeron a las Antillas las ideas extranjerizantes, como las denominó Martí, del comunismo de Marx, de Lenin, de Stalin, de Mao y de Ceauscescu.

Con la excusa del reclamo, que es justo y que la Iglesia Católica de Cuba apoya, de que un niño esté al amparo de su progenitor, el gobierno de Cuba ha levantado una tremenda batalla a favor de sus ya cada vez menos aceptadas propuestas y sus ya cada vez menos oídos discursos. Eso que ahora han dado en llamar "juramento de Baraguá" es la prueba palpable de que Elián, su suerte, su futuro, no es el objetivo principal de las interminables y ya cansantes "tribunas abiertas". El objetivo que se persigue es crear una tribuna para los viejos reclamos ideológicos y políticos de un sistema ya en retroceso. El "juramento de Baraguá" no es otro que uno de los tantos alienados manifiestos políticos a los que acostumbran echar mano los comunistas, y que puede concluir en una reedición cubana de la revolución cultural maoísta.

Sin poder soslayar que "las declaraciones sobre el tema de (...) Elián González formuladas el jueves (17 de febrero) en la Cámara de Representantes por la Secretaria de Estado, que pueden calificarse de constructivas..." el documento publicado por el Granma el día 19 y reeditado por Juventud Rebelde al día siguiente, arremete contra el exilio cubano y contra los Estados Unidos con el pretexto de la referencia "a un despacho cablegráfico" en el que se hacía mención al cansancio que se aprecia entre los cubanos con respecto a la campaña "pro-Elián" y que fuera transmitido por Steve Gudkin, de la AP, con el título "El tema de Elián ya aburre a los cubanos".

Con su eterno compendio de aburridas consignas triunfalistas, el "juramento de Baraguá" exclama: "¡Qué mal conocen a nuestro pueblo!" Y a continuación señala: "La ofensiva de masas y de ideas desatada en nuestro país es algo que no tiene precedentes". Luego de intentar negar la realidad del aburrimiento que ya impone la sobresaturación del tema, el manifiesto partidista recoge las mismas acusaciones repetidas hasta el agotamiento psíquico que obliga a apagar los televisores y que muestran un cuadro patético del niño retenido en Miami como "un niño groseramente secuestrado que es además víctima de tortura psíquica e incluso de maltrato físico", arremete contra el pasado histórico de los Estados Unidos diciendo que muestran en ese país a Elián "como un trofeo político cual si fuese el cuero cabelludo arrancado de alguno de los millones (¡de indios!) que fueron exterminados (en Estados Unidos). O tratan de comprarlo como al hijo cualquiera de los millones (¡de esclavos!) que durante siglos fueron vendidos en pública subasta por los que ocuparon, colonizaron y crearon esa nación". (Tal vez olvidó el redactor del manifiesto que eso mismo se puede decir de Cuba, y que hasta patriotas insignes como Céspedes, Aguilera, Agramonte y muchos más fueron poseedores de esclavos, aún cuando ya en los Estados Unidos había sido abolida tan cruel institución).

Bajo los regímenes post-totalitarios, como en una ocasión expusiera el actual presidente checo Vlacac Havel, los ciudadanos son a la vez víctima y sostén del sistema, porque por un síndrome agudo del temor se prestan a lo que se les enseña que tienen que hacer, aunque en ese actuar compulsado no tengan interés propio ni motivaciones endógenas. Esa coartada de pueblo-poder es la que le permite al manifiesto de esta ocasión asegurar: "Si alguien (en Estados Unidos) fuera suficientemente estúpido para imaginar que el pueblo de Cuba se cansará de librar esta justa batalla, sería digno de que lo enviasen de por vida a un manicomio".

Cuando se habla con las personas comunes y corrientes en cualquier sitio de La Habana se capta de inmediato el cansancio y el hastío, pero el mensaje del párrafo citado antes se traduce como el gobierno no se cansará de librar una dinosáurica campaña publicitaria para dar la impresión de que en sí no hay desgaste, y de que todavía le quedan recursos movilizativos. Sólo se trata de un espejismo.

De nuevo se menciona la irrenunciabilidad de valores y principios. Por supuesto que son los sustentados por el régimen, no los de dignidad personal y de respeto por el derecho por la opinión del otro, aún cuando ese otro sea miembro de la minoría. Y deja al descubierto que todos los actos de "protesta", que todas las tribunas abiertas no son expresión de la espontaneidad de las multitudes, sino todo un programa metodológicamente organizado desde los balcones del poder: "Un número elevado y creciente -se lee en el llamado juramento de Baraguá- de cuadros cada vez más experimentados comparten las tareas. Día a día los actos son más eficientes y de superior calidad". El lenguaje recuerda la misma retórica que el gobierno emplea para referirse a sus planes de producción y a sus empresas estatales.

Surge la coartada ideológica para encubrir los verdaderos propósitos tras la campaña de los últimos dos meses. Así se puede leer: "(Cuba) confía más que nunca en sí misma; comprende su modesto pero fructífero y prometedor papel en el mundo de hoy. Sus armas invencibles son sus ideas revolucionarias, humanistas y universales". Y un poco más adelante un párrafo que demuestra que el objetivo no es Elián, sino la propaganda: "¿De qué valdría la simple devolución de este niño...?" Y luego, como cierre de otro párrafo, esta afirmación: "Hay tarea para largos años".

Convirtiendo a Elián en un "símbolo de los derechos de la nación", se agitan las consignas de cada día: "¡La Ley de Ajuste Cubano debe cesar!", "¡La Ley Helms-Burton debe cesar!", "¡La Ley Torricelli debe cesar!" Y de nuevo el ataque al "imperialismo": "Esta superpotencia -dice el autor del documento refiriéndose a Estados Unidos- sólo es poderosa en el campo de las armas. En el de las ideas es huérfana y está indefensa". Y luego arremete con ardor de zelote: "Vamos a pulverizar su asquerosa hipocresía, sus groseras mentiras, sus repugnantes y egoístas doctrinas imperiales, con las que pretenden gobernar al mundo".

Y la sutil amenaza contra quien no quiera seguir el juego del gran espectáculo que agobia a las sencillas gentes: "¡Nadie se rendirá! Y cansarse en esta lucha sería, para un patriota y revolucionario cubano, más bochornoso que rendirse. ¡Veremos quién tiene más razón, más motivación, más voluntad de luchar!" Sólo bastaría hacer el recordatorio de que cada 50 metros en La Habana puede haber un policía.

Lo patético se hace cursi invocando la memoria de Antonio Maceo, para que todos se comprometan en juramento con el aburrido manifiesto, al que se le llama "juramento de Baraguá". Definitivamente queda comprobado que Elián y todo el drama que a él y los miembros de su familia ha envuelto no es más que un útil pretexto para que un proyecto social en decadencia pueda aparentar que aún respira.



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