El Abakuá, la fuerza nuestra
Eusebio Andrés, Obonekue de Eusagaré Mutanga Efó
LA HABANA, febrero - La falta de respeto con nuestra institución ha ido en aumento en los últimos tiempos a partir que las autoridades, con un desmedido afán de lucro, han estimulado a diferentes manifestaciones artísticas a utilizar nuestros ritos, cantos sagrados y
vestimenta para montar supuestos espectáculos folklóricos con el objetivo de ser ofrecidos a los turistas extranjeros.
Estimulados por esta práctica, y sin importarle las consecuencias de su proceder, afamadas orquestas y agrupaciones musicales han utilizado (y utilizan) en los estribillos de sus números el nombre de nuestros plazas (especie de rangos) así como la música y letra de
nuestros cantos más sagrados.
Como ejemplo mencionaré a "Pachito y sus Kini kinis" y a Juan Formell y los Van Van, que han demostrado ser los más atrevidos e irrespetuosos para con nuestra sociedad secreta, partiendo del criterio de que en ambas agrupaciones tocan connotados homosexuales y el Abakuá
es diametralmente opuesto a esa práctica por lo que la ofensa es doblemente mayor.
Pachito Alonso (hijo del desaparecido Pacho Alonso) en uno de sus números musicales al llegar al montuno expresa: "Quítame esa letra, Mokongo". Utilizando de forma irreverente el nombre de uno de nuestros más altos exponentes de la institución. Pero además,
da una imagen distorsionada de la función que realiza este plaza en nuestra sociedad secreta confundiéndola con el Italero de la religión Yoruba.
En cuanto a Juan Formell y los Van Van, el caso es más grave toda vez que utiliza, para finalizar uno de sus números, la marcha sagrada que consagra todos nuestros rituales. Le sugiero al señor Formell que indague con su hijo o cualquier otro músico de su orquesta por
qué no pueden ni hablar ni cantar en Abakuá, así se ilustrará y a la vez comprenderá la enorme e imperdonable falta de respeto que han cometido.
Es cierto que estas cosas ocurren en gran medida debido a que muchos miembros de nuestra sociedad secreta, olvidando su sagrado juramento, permiten las provocaciones y son partícipes de lo mal hecho, provocando con esta actitud que personas ajenas a nuestra institución hagan de
nuestras deidades, cantos y ritos un execrable divertimento.
Nuestra sociedad secreta debe exigir de una vez por todas se ponga fin a esta manipulación mal intencionada y grotesca de nuestras más sagradas creencias y manifestaciones rituales, que se ponga fin a la utilización de nuestros cantos y deidades en comparsas carnavalescas y
agrupaciones musicales.
¿Acaso debemos seguir soportando y permitiendo que se sigan presentando obras como "Baroko" o "Senseribó", realizada por Pello el Afrokán, y otras tantas que por falta de unión, por indiferencia y, por qué no, por falta de valentía de
los miembros de nuestra sociedad secreta, se han tolerado.
La supuesta apertura del Estado cubano con respecto a la religión no ha significado nada con nuestra institución, toda vez que seguimos marginados, y no se respeta por parte de los funcionarios de Cultura los principios que sustentamos, lo que demuestra una inaceptable falta de
respeto hacia cada uno de los miembros de nuestra sociedad secreta, imponiéndonos y haciendo relucir sobre nuestras cabezas una corona de espinas que ya comienza a pesar.
Nota del BPIC - Este artículo de Eusebio Andrés, que se desempeña como Obonekue de la Potencia Abakuá nombrada Eusagaré Mutanga Efó, fue entregado por el propio autor al Buró de Prensa Independiente de Cuba para su publicación.
Una de las instituciones más antiguas y enigmáticas de Cuba es la sociedad secreta Abakuá, traída a la isla por los negros esclavos de la región africana del Kalabar, conocida como Nigeria hoy en día.
Abakuá ha sido una de las asociaciones fraternales que el desconocimiento, y hasta la mala intención, ha contribuido a calumniar y a incomprender desde la época de la Colonia hasta nuestros días.
Sus miembros han sido acusados de satánicos y asesinos, tanto por las autoridades como por distintas denominaciones religiosas. Pero, a pesar del injusto estigma ha sobrevivido y preservado sus ricas tradiciones ancestrales, y hoy se enfrascan en una tenaz lucha para exigir, como personas
y como institución, los derechos que a ellos les asisten y que constantemente les son violados.
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