A lomo de camello
Iván García, Cuba Press
LA HABANA, febrero - Pregúntenle a Ramón González, de 37 años, obrero de una siderurgia en las afueras de la capital, si para él el tiempo es oro. Ramón se reirá con una ruidosa carcajada. González trabaja 8 horas diarias, 40 a la semana.
Pero para llegar a su fábrica cada día emplea de dos a tres horas. Más o menos el mismo tiempo pierde en el regreso a su hogar. "Diariamente invierto de 12 a 13 horas entre trabajo y transporte. Llego a mi casa molido, con el tiempo justo para bañarme, comer y
dormir. No sé si me agoto más laborando o dentro de los atestados 'camellos'".
Ya a las 5 y media de la mañana Ramón está en la cola del M-7, una de las siete rutas de metrobuses o "camellos" que circulan por La Habana. Un "camello" en Cuba es un camión International, fabricado en Canadá, al cual se le ha improvisado
un remolque con dos jorobas -de ahí el nombre- capaz de cargar 300 personas en cada viaje, apretujadas como sardinas en lata. Funciona de 5 de la mañana a 12 de la noche y cuesta 20 centavos por persona. Su recorrido de ida y vuelta puede demorar de dos a tres horas. Su andar es lento,
debido a su pesada carga y estructura.
Este animal rodante de 18 ruedas es el paliativo que el gobierno encontró para aliviar la crisis del transporte en la capital. El peculiar invento es muy incómodo y apenas tiene ventilación. Cuando los termómetros marcan temperaturas superiores a los 30 grados Centígrados,
viajar en un "camello" es como ir a una sauna con la ropa puesta. Pero no es todo.
En un abrir y cerrar de ojos puedes perder la billetera. Si tropiezas con un carterista tan hábil como Mostaza, en segundos te sustraen el dinero, aprovechando la molotera que estos dromedarios del asfalto generan. "No me lleva más de un minuto desplumar a una persona",
afirma este joven negro de 23 años que se hace llamar "Mostaza".
Por supuesto, él no sufre los rigores del calor, el ruido, los malos olores y los empujones que a diario padece Ramón, el obrero que ni enfermo falta a su puesto de trabajo. González gana 300 pesos al mes (15 dólares). "Mostaza", al igual que la legión
de carteristas cubanos, vive del sudor ajeno: birlando carteras se busca entre 100 y 400 pesos diarios (de 5 a 20 dólares). Las leyes cubanas han arreciado las condenas para los carteristas. Hasta 20 años tras las rejas si te atrapan en el innoble oficio. Pero ni eso detiene a "Mostaza",
quien todavía no ha caído preso: él se ufana de ser "el mejor carterista del mundo".
El único elemento positivo de los "camellos" es su utilidad como "fuente de información". A falta de una prensa creíble, en un metrobus usted se entera de lo que pasa dentro y fuera de Cuba, sin pasar por el filtro de la censura oficial. "En un
'camello' supe del triunfo de los Yankees de Nueva York y de la gloria del Duque Hernández", apunta Omar Díaz, de 29 años, empleado público. De la misma manera, muchos en un "camello" conocieron del viaje de Maradona a la isla, de que Paul McCartney había
estado en Santiago de Cuba o del último desertor cubano.
La actual crisis económica ha reducido a su mínima expresión las flotillas de ómnibus o "guaguas". Nunca fue mayor de 2,500 autobuses. Drásticamente se redujo a 800 y de hecho apenas funcionan 500 para una población que sobrepasa los dos
millones. Los que están en funcionamiento son, por lo general, carros de segunda mano, de la marca Renault, de procedencia francesa o Mercedes Benz, facturados en Brasil. No tienen piezas de recambio para alargar su explotación y por ello las autoridades de transporte decretaron no
recargarlos excesivamente en cada viaje.
Los que como José Arias, de 24 años, cantinero de un restaurante, están apurados y tienen dinero, recurren a los taxis particulares, que por diez pesos te llevan. Son viejos autos americanos, no tan confortables como los Panataxis, los preferidos de José, quien sólo
tiene que llamar al 55-5555 y enseguida lo recogen. Pero gente como este cantinero es minoría en Cuba. La mayoría, como Ramón, se amontona en las paradas para tomar el "camello" e iniciar su tortuoso y largo viaje.
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