Los tres imprivatizables santuarios de Castro
Mario J. Viera González, Cuba Voz
LA HABANA, febrero - La reforma económica que lleva a cabo el gobierno de Cuba se dirige principalmente a salvar al régimen que ha implantado sobre esta parte del Caribe. Es un poco el retorno al pasado capitalista, pero bajo una concepción de nuevo tipo: la del capitalismo
controlado desde las altas esferas del poder.
Siguiendo esta concepción de neo capitalismo o capitalismo de estado, el gobierno se ha abierto hacia los inversores extranjeros a quienes se reciben como socios en una gran factoría cuyo emblema comercial podría ser: Cuba S.A.
En una especie de neo liberalismo de Estado, una tras otra, las empresas antes nacionalizadas, van pasando al control de una corporación estado-inversionista extranjero. No se trata de neo liberalismo puro. ¡No! Eso huele mal. Liberalismo es precisamente liberación, no sólo
de los mecanismos del mercado sino también de los controles de la sociedad. Y hasta ahí no se puede llegar.
Castro, en aras de salvar lo que queda de su sistema, recurre al capitalismo extranjero y emprende su privatización a la mitad sin importarle un pito la definición leninista del imperialismo como en esencia exportación de capitales. Quienes exportan capitales hacia Cuba son
oficialmente considerados honestos empresarios amigos de Cuba. En cambio, los que no exportan sus capitales hacia la isla conforman esa entelequia infrahumana de los imperialistas.
La empresa telefónica es ya un consorcio terminado en las siglas S.A., tan extrañas a un sistema de socialismo absoluto y ortodoxo. Ya se habla de inversiones de capital extranjero en la misma industria azucarera. Todo puede ser semi privatizado en Cuba, salvo tres santuarios
intocables de Castro: la prensa, la televisión y la enseñanza.
La enseñanza tiene un papel de suma importancia, y así lo ha planteado públicamente el gobierno, en la esfera político-ideológica. Los niños aprenden a querer a Castro con todo su corazón y a darle vivas, y a querer parecerse al Che. La enseñanza
en Cuba es el adoctrinamiento y la propaganda pedagógicamente dosificados.
El monopolio ideológico del poderoso Partido Comunista de Cuba (PCC) sólo puede sostenerse si la prensa, el periodismo, es gubernamentalmente controlado. La TV y la prensa plana completan la labor que la enseñanza inicia. Es la continuidad de un mismo mensaje pero a través
del control de las noticias clasificadas en convenientes y no convenientes políticamente, y por medio de la editorialización constante de sus mensajes. El periodismo deja de ser el guardián celoso de los intereses de la comunidad, para convertirse en el cancerbero feroz de la
ideología importada que legitima o así lo intenta al nuevo Estado.
No es de extrañar el furor que el gobierno y sus periodistas asalariados muestran contra los cuatro locos, que desafiando el acoso y el hostigamiento (del Departamento de la Seguridad del Estado se han atrevido a hacer un periodismo independiente que le hace competencia a una prensa
totalmente ideologizada, amordazada y sobornada, como la que mantiene el gobierno a costa del herario público.
Anexionistas, mercenarios, traidores, son los epítetos que más a menudo reciben los miembros del periodismo alternativo, y tratados como vulgares delincuentes, a los que hay que mantener bajo una constante vigilancia. Por otra parte, el inmenso poder de la televisión no
puede ser compartido. La televisión es impactante. Por eso sabe a sopa del diablo la mención del nombre de TV Martí, una verdadera agresión contra la soberanía nacional -según los cánones del sistema político-ideológico cubano. Por
supuesto, si TV Martí enviara su señal cargada de alabanzas hacia el régimen de Cuba, la cosa sería muy diferente, sin importar que estuviera violando el espacio herzciano del país.
Definitivamente, hasta el acueducto y el transporte urbano pudieran semi privatizarse en Cuba, en comadraje con extranjeros que saben que sus capitales no están amenazados por reclamaciones salariales ni por huelgas de demandas, pero jamás podrán ser objeto de negociaciones
ni la prensa, ni la TV, ni la enseñanza. El día que esos tres santuarios pasaran a manos privadas, aunque sólo fuera una pequeña parte, ese día marcaría la víspera de la desaparición del sistema socialista en Cuba.
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