¿Un desafio?
Tomás Pérez Morejón, Cuba Press
PINAR DEL RIO, 11 febrero - Con agua o sin agua, con lluvia o sin ella, o como diría Bolívar, con terremoto o sin terremoto, no pensamos que lo ocurrido en Venezuela durante la celebración de la Constituyente, haya sido la venganza de Dios por la fanfarronada del presidente
electo del país, si bien muchos religiosos así lo creen.
Después de amainada la desastrosa tormenta que tanta muerte y desolación trajo a la recién estrenada República Bolivariana de Venezuela, empezarán a llover presagios de los menos religiosos sobre el desarrollo político, económico y social que
tendrá en el futuro la nación.
Muchos se preguntan: ¿Por qué ese alarde de embrionario ateísmo, precisamente cuando aún no se vislumbra la curva ascendente de la famélica economía de la flamante administración del militar pitcher zurdo, devenido en popular presidente venezolano?
Y la declaración, en medio de la hecatombe, de que él estaba combatiendo aquellos deslizamientos hasta con barcos de guerra. Señores, ¿será posible que haya personas, por muy poderosas que éstas sean, que se crean ya al comienzo del tercer milenio, que se
puede combatir la furia de la naturaleza con las fuerzas armadas?
La solidaridad de los gobiernos capitalistas salvajes, neoliberales, y de dirigentes religiosos y creyentes, no se hizo esperar demostrando un amor a la humanidad, que tanto niega el popular presidente, plasmada en dinero, medicinas, alimentos, y todo lo necesario para la supervivencia de un
pueblo hermano que ha sido castigado por un desastre natural de tal magnitud.
Ojalá que cuando pasen los efectos del desastre se establezca firmemente el gobierno del presidente Chávez sobre las bases de un gobierno que lo apoya y un pueblo que lo eligió. Ojalá que los que aún hoy lo apoyan con tanto entusiasmo no tengan mañana
que coger los bártulos.
Ojalá no tengan que emprender el conocido viaje al exilio político, con la marca o estigma de gusanos, vendepatrias o mercenarios.
Permita Dios que los venezolanos se puedan ahorrar todo ese sufrimiento que trae consigo la separación de la familia, la miseria alimentaria, hacer y deshacer planes y leyes económicas, y el amordazamiento de la oposición.
Líbrelos el Todopoderoso de caer en un sistema en el que hasta quejarse de las injusticias sea un delito político. No permita Dios que Venezuela llegue a militarizarse a tal grado que convierta a cada ciudadano en un delator de su vecino.
Ojalá Venezuela no tenga que saborear el amargo mejunje enajenante del conformismo más atroz y que, cuando los venezolanos deseen mejorar el panorama de la patria, sus voces no se oigan apagadas por la profundidad de la ergástula hacia donde fueran confinados ... Ojalá
... Ojalá.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente.
|