¡Bienvenido, Mister Turista!
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, febrero - Nada más parecido a un clásico del cine español filmado por Luis García Berlanga que lo pretendido por las autoridades en la Plaza de la Catedral. Ambiente tropical, pintoresquismo antillano de mojitos, daiquiríes y cervezas enlatadas, para
un turismo aséptico y very cool.
Los menesterosos ancianos del socialismo cubano del 2000 no tienen derecho ni a merodear esos predios. Los minusválidos mucho menos. Nada de ciegos ni de orates, aunque tampoco gente joven y sana. La atmósfera clean debe ser lograda a toda costa, para eso está la Policía.
Aunque sea a rastras, sacan a un minusválido de la misma puerta de la Catedral de La Habana. ¡Oh, San Cristóbal de La Habana, ruega por nosotros!
Este es el caso de Justino Planchet Romero, minusválido en silla de ruedas que acude a pedir limosnas porque necesita con qué comer. Le han prohibido que vaya a la Plaza, que ruede sobre su silla por las calles de la Habana Vieja. Restricción de su derecho a ir dondequiera,
a pesar que no provoca desorden. Es un negro, viejo e impedido físico. ¿Qué puede hacer de perjudicial?
Pero la policía no lo puede ver ni lo quiere por la Plaza de la Catedral: los turistas no pueden llevarse la visión de un pobre minusválido cubano en silla de ruedas. Afea, estorba, ensucia el pintoresco entorno urbano de la Plaza de la Catedral en la Habana Vieja,
patrimonio de la humanidad donde las inhumanas autoridades no tienen en cuenta que hasta los limosneros son parte de esa humanidad.
Pero además, Justino Planchet Romero tiene otro problema: no quiere ser confidente de la Policía, rechaza la infame labor de delator.
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